Estaba claro que Xavi sujetaba este Barça con alfileres, y al tratarse de un equipo tan pesado como mórbido, un quintal de grasa de liposucción rebosando el filo de una bolsa de plástico, no fue suficiente ni de lejos: el Bayern lo empujó con suma facilidad fuera de la Champions y de la élite del fútbol europeo.
La desigualdad del duelo en el cual los azulgranas se jugaban la vida era evidente. Para empezar, el campeón alemán sigue pudiendo pagar el salario de sus dos mejores delanteros. Y además, ha sabido limpiar de la plantilla en un par de veranos a unos cuantos treintañeros obviamente acomodados. Especialmente, defensas. ¡Qué distinto de lo que muñió Bartomeu sentado en su trono de despilfarro y paranoia!
Así y todo, el Barcelona salió al césped del Allianz con un plan correcto. O sea, todo lo contrario de lo que sucedía con Koeman en los partidos grandes. El problema es que, sin Ansu ni Kun, ese plan no sirve para nada. Es un aeropuerto sin aviones. Un helado derretido en un plato caliente. Creer que la tía buena del bar te está dando su auténtico número de teléfono. En el colmo de la inanidad, la lesión de Jordi Alba sofocó cualquier rescoldo del fuego primigenio del Barça: defender atacando. Había comparecido tocado el lateral, como casi siempre desde hace ya muchos meses, y se rompió sin recambio una vez más.
Cuando mandó a Mingueza al campo, a Xavi se le puso cara de haberle dado el primer mordisco al filete de ternera para confirmar que le iba a costar al menos cinco minutos masticando deglutir semejante masa de nervio y tendones. A partir de ese momento, que los goles alemanes fueran cayendo era ya cuestión de gravedad. En pocos momentos disfruta más el Bayern que cuando acobarda a un equipo que se hace el valiente, y muy poco hace falta para acongojar a Dest, Memphis, Coutinho o Lenglet. Son de los que si se topan haciendo zapping de madrugada con una de Saw, cambian rápidamente en busca de una telenovela turca.
En resumen: el Barça tenía que haber ganado al Benfica. Pero resulta que los portugueses también son un equipo brillante y corajudo. Así que yo no tendré más remedio que hablar con el sagaz Víctor Malo para ver si le parece bien que siga publicando en este rinconcito los jueves o mejor cambiamos de día para no condenarme a escribir más que previas. Astuto lector: bienvenido a la Europa League. Quién iba a pensar que el fin de ciclo era esto.
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