Casi tan improbable como que Florentino hiciera el ridículo sentándose entre una cámara y un balón en llamas para explicar cómo quería salvar el fútbol haciendo al Madrid más rico y ahorrándole la molestia de jugar contra equipos malos era que Joan Laporta la pifiara de primeras en el asunto del entrenador del Barça. Pero ya ve, astuto lector, no se puede fiar usted ni del aire, por algo llevamos ya más de un año con la mascarilla puesta.
De la reunión de esta semana entre Jan y Koeman se esperaba lo lógico: un cheque generoso, un "muchas gracias por tu compromiso pero buscamos un librillo más tecnificado", un "esto es un hasta luego, seguro que volverás, monstruo, máquina, pirámide, leyenda de Wembley, el Barça es tu casa y lo sabes"... pero lo que salió del despacho oval azulgrana fue un esperpento. El espantajo de los melones. A Ronald Koeman le vinieron a decir que es bastante flojo pero también lo malo conocido, que el glorioso Fútbol Club Barcelona está tan tieso de ideas como de pecunio, y que si no le importa esperar quince días, a ver si la Tania quiere rollo, podemos ser novios otra vez.
La humillación fue tan morrocotuda que el entrenador holandés se saltó su tradicional llamada a los medios para contarles hasta qué corbata llevaba cada cual. El pobre Canut se quedó con el cursor parpadeando y el "asasdasdsa" puesto en la caja del titular. Tras el shock inicial, y como si fueran clubes ingleses después de anunciarse la Superliga, todo el mundo se puso de perfil. La sensación de 'horror vacui' entre el barcelonismo fue devastadora. Oído el discursito de Laporta hablando de profunda renovación y de cómo se había perdido la Liga de manera incomprensible, era impensable otra cosa que no fuera hacer borrón y cuenta nueva. Pero, aunque la temporada ha terminado, la infamia ya se ve que no.
Como diría Walter el de El Gran Lebowski, en la sencillez del plan del nuevo president con respecto al banquillo del Barça radica su belleza. Sobre todo porque es tan sencillo que casi, casi no existe. Quizá llegue Xavi. O Guardiola. O Christanval. O a lo mejor Ronald se deja mostacho, se pone unas gafas gordas, Laporta le presenta como 'Qman' y obliga a Depay y al Kun a fingir que es un entrenador recién llegado al club. En cualquier caso, es preferible eso al plan B, el cual muy posiblemente gire a día de hoy alrededor de repescar al Tata Martino. Sin mostacho ni nada.
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