Después de unos breves mensajeos de cuarentena con los que saben, se me antoja imposible imaginar que Ivan Rakitic continúe en el Barça la próxima temporada. Como yo estuve en la redacción de Marca el día en que se vistió a David Villa del Madrid en la portada, siempre me gusta ser prudente a la hora de asegurar los movimientos del mercato, pero el caso del croata es bastante paradójico: me temo que será uno de los que salga porque hay otros que no pueden salir. Y no, no se trata de que vaya a ir hacer la compra a los yayos de su urbanización. Me explico.
Para entender el proyecto del Barça que viene, el último de la era Bartomeu, hay que pensar en cinco pilares fundamentales... y sus edades: Messi (32), Piqué (33), Luis Suárez (33), Sergio Busquets (31) y Jordi Alba (31). No se equivoque, astuto lector, a cualquiera de esos bicharracos lo quiero en mi equipo el año que viene y al siguiente también. Pero que el Barça necesita una profunda renovación es evidente. Y cuando toca renovar, es ley futbolera que los veteranos siempre hacen tapón. De Jong o Arthur o Ansu Fati pueden sostener un proyecto de futuro, pero es muy complicado abrirles el camino si tienen que pelear el sitio con un puñado de treintañeros venerados por la afición. Visto en retrospectiva, Xavi e Iniesta hicieron dos enormes favores al club poniendo punto y final a su carrera de baugrana cuando lo hicieron.
Como la cadena del fútbol siempre se rompe por el eslabón más débil, este no podía ser otro que un mediapunta que llegó del Sevilla para jugar en cualquier otra demarcación. Rakitic se ganó el respeto del Camp Nou a base de mover la pelota con criterio y limpiar el culito a otro hispalense de adopción, Dani Alves, cada vez que este se dejaba el papel higiénico en casa. Cosa que, por cierto, ocurrió a menudo durante las dos últimas temporadas de la leyenda brasileña con la camiseta azulgrana.
Curiosamente, cuando Dani consiguió disponer de muchos fajos de billetes para dar esplendor a sus posaderas en otros equipos europeos, Rakitic empezó poco a poco a ser considerado por la afición como un poco más lento de lo deseable, menos preciso, un tanto desfondado. Aun así, el croata dejó partidos y goles memorables, como aquel que despachó al Real Madrid en el Bernabéu en marzo del año pasado, dejando claro que el campeón de Europa era más un trámite que un rival a batir para el verdadero mejor equipo del continente.
No sé si dejar marchar a Ivan es lo que más conviene a un equipo al que la reconstrucción, tanto a corto como a medio plazo, le está costando más de lo esperado por los problemas de adaptación de varios fichajes clave. Coutinho, Dembélé, Firpo y, hasta cierto punto, Griezmann están complicando el presente y también el futuro del Barça. Pero esperemos que, como cantaba el gran Xoel López, a este Barça envejecido, con Rakitic o sin él, los huesos sí le aguanten el peso.
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