Sufrió el Barça en Ibiza, según los haters porque el fútbol de más de mil pases que plantea Quique Setién desde su llegada al banquillo del Camp Nou es una fantochada que arrojará al club azulgrana al más espantoso de los ridículos. Algunos llevan percutiendo sobre esa idea en sus redes sociales y sus tribunas de prensa desde el pasado fin de semana, cuando el Granada se hizo fuerte en el Camp Nou y pudo marcar primero. Que la mayoría de esos odiadores profesionales visten de blanco en sus sueños huelga decirlo. Aspiran a ser los fantasmas del barcelonismo pero se quedan en niños con disfraz de esqueleto pidiendo caramelos. Muy monos.
¿Por qué? Porque la realidad es tozuda, y dice que el Barça suma dos victorias con su nuevo entrenador en el banquillo. Siempre recuerdo que en su primer partido oficial, Guardiola palmó 1-0 en casa del Numancia. Con magnífica portada de los compañeros de Sport incluida: foto del once culé de ese día y como titular 'Los Pajaritos'. Como en aquel día en Soria, hoy es imposible saber si Setién tiene la llave para que el Barça juegue tan bien como debe. O al menos, para que abandone la extrema mediocridad en la que lo había sumido Ernesto Valverde desde que su ciclo terminó pero el club se negó a aceptarlo. Ojo, puede suceder que el fútbol del Barça vuelva a ser fluido, geométrico, vibrante... y también que caiga en Copa contra un equipo de Segunda B. Sobre todo porque estas eliminatorias a partido único en cancha del pequeño se inventaron precisamente para eso.
Pero da igual, los odiadores van a odiar. Aunque se intuya un revivir del juego de posición, que no llega al lateral con un solo pase sino que triangula hasta que puede lanzarlo hacia el área con ventaja en la carrera, aunque asome una movilidad que convierte a los medios en delanteros, a los delanteros en medios y a todo el equipo en el primer defensa, el Barça con posesión del balón por encima del 70% les seguirá pareciendo una milonga, música de violines lejanos. Pero es porque tienen miedo. Se huele desde lejos. En la caverna, que ha sido mi casa durante más de una década, además de poca luz hay mucha bravata pero también mucho canguelo, se lo digo yo. Un Barça con los ojos puestos en la pelota y bien perfusionado es su peor pesadilla.
Setién ya se ha enterado de que, como escribe mi compañero Víctor Malo, el Barça no es Las Palmas. Pero su inconsciente atrevimiento en un campito de pueblo, contra un rival hiperventilado y orgulloso de jugar contra los mejores, fue un soplo de aire fresco. En Eivissa, Quique desestimó la prudencia, cosa que en otro tiempo no duden que yo mismo habría criticado. Pero ahora, después de dos años y medio de vinagre y tentetieso, aplaudo como un quinceañero.
También porque retrató a algunos jugadores azulgranas. A Firpo, Semedo y Rakitic, por distintas razones, esto les viene grande. Riqui Puig sigue muy verde, aunque conviene regarlo de vez en cuando, y Carles Pérez es voluntarioso pero su cesión al Girona la veo más cerca que nunca.
Mucho de eso tiene arreglo antes del 31 de enero. Y si no se arregla, siempre nos quedará Griezmann, el delantero que el Barça andaba buscando pero cuyo antiguo entrenador era incapaz de encontrar.
P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana