En las tranquilas aguas del adiós de David Villa, el Barça ve reflejado su reto más inminente para la parcela de los fichajes: dar con un delantero en condiciones para cuando Luis Suárez decida que ya es hora de despertar de su sueño azulgrana. Como El Guaje, el uruguayo quiere dejar el fútbol (de élite) antes de que el fútbol lo deje a él. Probablemente lo haga el próximo verano. Nada que reprochar. A día de hoy, esa estampida de un solo hombre llamada Jumanji sigue sacudiendo rivales como un viento racheado, conectando frecuentemente con la red desde escorzos imposibles y perforando cada centímetro del área en busca del petróleo del gol. Pero la edad (32 para 33) no perdona. Ni siquiera a los titanes.
Observando la última década del Barça, se pueden entrever algunas de las características deseables en el futuro portador de la '9'. Que sea intenso como el propio charrúa, Eto'o o Pedrito. Con una calidad técnica comparable a la de Henry o Zlatan. Súmenle un plus si además de eso es tan eléctrico como Neymar y la mitad de oportunista que Larsson. Otros diez puntos extra si no se parece en nada a Paco Alcácer. Teniendo en cuenta, claro está, que lo más importante no será cómo juegue por sí mismo, sino cómo lo haga alrededor de Messi. Uno que posee una llamativa dosis de todas esas buenas cualidades, por cierto, es Antoine Griezmann, pero si no mezcla bien con Leo (lo cual no doy todavía por hecho pese a los agoreros, ojo), nunca será candidato al puesto de delantero de referencia.
Por contra, sin sobresalir en ninguna de las cualidades antes mencionadas, no hace tantas temporadas que un menudo futbolista llamado David Villa encajó como un guante en el extraño rol de delantero centro azulgrana: volcado a la izquierda pero siempre listo para irrumpir en el área, más pendiente del desmarque y de estirar la ofensiva azulgrana que de la circulación del balón, voluntarioso en la presión, colocado al límite del fuera de juego en fase defensiva y capaz de sumar no menos de 20 goles por temporada a los 50 de Leo.
Es verdad que de vez en cuando se hacía un embolic con el balón en los pies. Pero desde luego no se hizo ninguno en la final de Wembley, cuando propulsó al primer toque aquella rosca mágica que dejó un cráter en el lugar donde antes estaba el Manchester United.
Villa reconoció hace pocas horas, en su despedida del juego que ama, que aquel magisterio del disparo a puerta es el tanto favorito de su carrera. Y lo dice un tipo que ha sido máximo goleador de un Mundial... que ganó. Sin duda, eso es lo más atractivo que se le puede ofrecer al Mbappe o Lautaro o Mertens de turno: aquí marcarás tu gol favorito de siempre. Todo lo demás es negociable.
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