El picante a la recta final del mercado de verano lo ponen el pasado y el presente de tres futbolistas para quienes, hagan lo que hagan ya, el Barça lo significará todo en el futuro. Pero no hay dos picantes iguales. Comparar el tabasco con la salsa sriracha o el habanero rojo es un pecado, aunque los tres compartan el efecto de aproximar, usados en suficiente cantidad, el sabor de un solomillo y el de una caja de cartón. 

De Neymar sigue habiendo dudas de si es carne o pescado, pero ya se sabe que quema la lengua. Desde luego, lo de este chico es el suspense. Ocurra lo que ocurra estos días, el Barcelona ya es el club de su vida. Incluso si siguiera en el PSG o perdiera la poca razón que le queda y se hiciera una foto sostiendo la camiseta con el 10 del Madrid junto a Florentino este mismo domingo, Neymar es y será lo que el Barça ha hecho de él.

Por lo que ganó como azulgrana, porque Messi lo tratara como a un hijo adoptivo, por creerse una estrella de videojuego y por renegar de un club absurdo para volver al kilómetro cero de su carrera en Europa. Da igual si se pasa el año que viene cojito o la rompe como en sus mejores tiempos, limpiando rivales de cuatro en cuatro: el futbolista conocido como Neymar Junior, fenómeno brasileño del siglo XXI, será recordado en azulgrana. Esa es su maldición y su gloria.

Si la operación que teje la directiva para repescar a Ney se cierra con éxito, es muy posible que Ivan Rakitic se marche. Bien incluido en el trueque con el PSG, bien rumbo a Italia a cambio de un dinero que, sumado al descuento de su salario, oxigene la tesorería del club. Ivan dejaría de ser culé, pero nunca más volverá a ser ese rubio simpático con acento sevillano. La historia no lo recordará como un mediapunta aniñado y goleador, sino como un centrocampista adulto, tan competente jugando con el balón como fortificando los espacios. Dani Alves le debe al croata que lo recordemos mucho mejor futbolista de lo que en realidad lo fue en sus postreros años de azulgrana. Últimamente, cuando a Rakitic lo acusan de lento o de dar pases torpes me pasa como cuando dicen lo mismo de Busquets: no me había enterado de que era un velocista ni de que el balón se lo pasa uno a sí mismo. Ve en  paz, 'Crakitic'. Te recordaremos bien, pese a los mezquinos.

Mateo Messi, Leo y Luis Suárez durante el Barça-Betis / EFE

Mateo Messi, Leo y Luis Suárez durante el Barça-Betis / EFE

 

Aunque, claro está, el bueno de Ivan nunca será tan inolvidable como Luis Suárez. No cabe duda de que el regreso de Neymar significa muchos minutos de banquillo para la estampida de un solo hombre. Salvo que Valverde sea el entrenador más infravalorado de todos los tiempos y encuentre la manera de que Messi enchufe 50 goles jugando por detrás de un tridente, la capacidad asociativa y realizadora de Griezmann sitúa al uruguayo en cuarta posición en la lista de delanteros azulgranas para la 2019-20.

Incluso si Neymar no llega y queda Dembélé, está claro que Suárez es ya una locomotora de vapor en un mundo de Hyperloops. Por supuesto que su concurso será necesario, pero del primer peldaño del estrellato ha brotado una escalerilla que le invita a bajar. Es ley de vida. Y además, les propongo que se hagan los chinos y no vean una crisis, sino una oportunidad. Es bien sabido que por muchas razones personales y profesionales el Barça ha sido el equipo de la vida de Luisito, incluso en la distancia. Y me juego el sillín de la bici a que seguirá marcando goles. Si el Barcelona le permite un final de carrera honroso, heroico, demostrará que sigue siendo 'Més que un club'. No es poca cosa.

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana