El Real Madrid visita el Camp Nou por segunda vez esta temporada. En la primera ocasión salió trasquilado (5-1) ante un Barça sin Messi, resultado que le costó el puesto a Julen Lopetegui. Ahora se juega el todo o nada. A 8 puntos del equipo azulgrana en la Liga, la Copa del Rey puede ser un bálsamo para la afición merengue.

Por otro lado, un excompañero de Xavi Hernández en Qatar ha deslizado que el excapitán del Barça les había comentado que en Cataluña se enseña a odiar al Madrid. Nunca me lo ha parecido. Es más, la comunidad es una de las regiones de España con más madridistas, solo por detrás de Madrid y Andalucía; unas 130 peñas blancas tienen sede en el territorio.

En cualquier caso, estos dos apuntes sirven para ver cómo ha cambiado el hoy llamado clásico a lo largo de los años. Para ello hay que retroceder hasta el año 1906, momento en el que el Madrid jugó por primera vez ante el Barcelona en Cataluña. Fue en el campo de la calle Muntaner, y su celebración fue casi un milagro.

El Barcelona se encontraba en una época delicada, afectado por la inestabilidad social y política del momento. Lejos de desalentarse, los responsables del club decidieron apostar por la exportación del fútbol barcelonés, y pensaron en el Madrid, flamante campeón de España, para subir un escalón y comenzar a remontar con las miras puestas en Europa.

No fue fácil acordar una fecha para el partido. Los contactos comenzaron en febrero y, tras varias idas y venidas y gracias al buen hacer de Udo Steinberg –jugador y directivo del Barcelona–, los dos equipos se citaron en el feudo azulgrana el 13 de mayo a las cuatro de la tarde –no había luz eléctrica en los campos–.

Llegó el día, y el Barcelona fue incapaz de reunir un equipo de garantías, así que formó con una selección de los mejores futbolistas de los clubes catalanes. De hecho, sólo alineó a cuatro jugadores propios (Quirante, Steinberg, Forns y Gren), y completó su once con componentes del X, el Internacional, el Catalá y la Sociedad Española de Fútbol. Eso sí, equipados con la indumentaria azulgrana.

Pero el colmo fue el despiste del Madrid. El partido estaba fijado para las cuatro de la tarde… pero, a las tres, la plantilla blanca se encontraba de excursión en el Tibidabo. ¡Y por poco pierde el funicular de regreso a la ciudad! De hecho, los jugadores corrieron unos metros tras él. Llegaron a tiempo, para alivio de los espectadores que los esperaban con los brazos abiertos. En cuanto al partido, ganó el Barcelona por 5 a 2 contra todo pronóstico.

Por cierto, el precio de las entradas para aquel partido fue de 0,50 pesetas; para el clásico de la Copa 2018-19 no bajan de 89 euros. Datos que reflejan cómo ha cambiado la vida desde entonces, y también la relación entre los equipos. El Madrid era un salvador, para nada odiado, para un Barcelona en horas bajas y hoy es su gran rival. Lo que no ha variado es que siempre se han hecho mejores el uno al otro.