Recupero una palabra que puso de moda Luis Enrique cuando era técnico del FC Barcelona para titular este artículo. Entonces, Lucho advertía que el Barça o, mejor dicho, el vesutario, no era Disneylandia. Todo lo contrario de lo que pretende la directiva de Joan Laporta a partir de ahora: convertir el Camp Nou en un parque temático.
Quizás no se respirará un ambiente de Disneylandia de puertas para adentro, o sea en el vestuario, pero sí es la imagen que se transmite. El nuevo Camp Nou será un campo en 3D. ¿Cómo? Deberemos esperar, pero es una de las características principales con las que se anunciará la reforma. ¿Veremos a Ansu Fati, si no sigue lesionado, en 3D? Esta es la intención. Convertir los 90 minutos de un partido en un puro espectáculo que mezcle el fútbol tradicional con las nuevas formas de entender este deporte, pasando también por los ESports.
Pero esto no es todo. El nuevo Camp Nou se concibe como un espacio para ir a pasar el día… Literalmente. No se trata de llegar un poco antes (y marchar antes que finalice el partido si las cosas van mal). Ahora, el partido será importante pero no lo único: ir al Camp Nou no se limitará a una experiencia de una hora y media, mientras rueda la pelota. También será una manera de entender un nuevo ocio basado en una experiencia gastronómica previa, un sitio de networking, shopping…. Y todos aquellos anglicismos que se os ocurran acabados en -ing.
Los directivos argumentan que “sus hijos ya no entienden el fútbol como ellos” y que para no quedarse atrás, deben ser competitivos. No solo contra otros clubes, sino con otras formas de vivir el tiempo libre… Empezando por Netflix. Escuchas sus argumentos y una los entiende, incluso los puede llegar a compartir. Pero más allá de romper con el romanticismo del fútbol, ¿realmente será un modelo de éxito?
No hace falta trasladarse al futuro para imaginarse el experimento. Tenemos el caso del baloncesto en la NBA donde, lo menos importante, muchas veces acaba siendo quién encesta un triple o hace un mate. En América conciben el espectáculo de otra manera y lo integran en todas las facetas de sus vidas. En el caso Europa y, concretamente, en Barcelona: ¿Seremos capaces de dar la vuelta a nuestra mentalidad 180 grados? ¿Incluso las nuevas generaciones?
Más vale asegurarse el tiro y confirmar que será un éxito. De no ser así, la inversión millonaria puede acabar siendo la ruina.