Laporta pidió confianza y paciencia, y dijo que lo arreglarán. Pues bien, yo lo interpreto como un aviso muy serio, un ultimátum a Ronald Koeman y los jugadores pero, sobre todo, al holandés. No le pasarán otra como la del martes.


Más allá de esto tampoco podemos sacar demasiadas conclusiones de su discurso. No sabemos qué intenciones tiene el presidente ni cuál es su hoja de ruta deportiva. Pedirnos que confiemos en ellos es prácticamente imposible si no sabemos cuáles son las bases del proyecto. El entrenador no encaja, los jugadores dan para lo que dan y el futuro no es demasiado esperanzador.

Se han encendido todas las alarmas con Koeman. Granada, Cádiz y Levante. Tres partidos de margen para el holandés. Si no les convence habrá acabado su periplo en el banquillo del Camp Nou y los Xavi, Jordi Cruyff o García Pimienta podrían volver a entrar en escena. 

 

El abanico no es muy amplio y el momento es demasiado complicado pero nos iría bien cualquier profesional apto para devolver el ADN Barça al equipo y construir la base de un nuevo proyecto de largo recorrido. Pero que quede claro que, con Koeman, no vamos a ninguna parte.