El estado de ánimo es un aspecto fundamental para explicar el éxito. Una cuestión de confianza. Se puede aplicar a distintos ámbitos de la vida, aunque en el deporte de élite y en el fútbol profesional se plasma de manera evidente. En el FC Barcelona de hoy podemos ver varios ejemplos de ello. Los casos más destacables son los de Griezmann y Coutinho.
Antoine está logrando dar la vuelta a su situación. Y, a pesar de que arrastraba una racha con errores clamorosos de cara a portería, ha conseguido acabar con la sequía de goles que acusaba y encadenar una racha positiva de cuatro goles en los últimos cinco partidos (Alavés, Betis, Dinamo de Kiev y Osasuna). Buenas noticias para el francés, que ha sido constante víctima de críticas desde que aterrizó en el Camp Nou por su relación con Leo Messi.
Es sabido que esa relación no empezó con buen pie porque Messi no quería el fichaje de Griezmann. El propio Principito reconoció en su reciente entrevista con Jorge Valdano que Messi se molestó después de haber dado la cara públicamente por él para que finalmente no fichase por el Barça en verano de 2018. Llegó al año siguiente, pero entonces el astro argentino pedía a gritos el regreso de Neymar.
Esta situación sumada al estilo de juego opuesto al que Griezmann se acostumbró en el Atlético, hicieron complicada su adaptación. Las recientes críticas de su entorno hacia Messi todavía dificultaban más las cosas. Pero el galo se quedó a gusto hablando con Valdano, se quitó espinas y lamió las heridas. Dio explicaciones que necesitaba dar y pidió un poco más de paciencia. De su actuación de este domingo contra el Osasuna se desprende que efectivamente se ha quitado un peso de encima y que su carisma natural le está devolviendo esa confianza tan necesaria para triunfar en un terreno tan exigente como el Camp Nou. Su golazo contra los rojillos es un punto de inflexión que debe suponer el despegue definitivo de un jugador con muchas virtudes deportivas.
Algo similar a lo que ocurre con Philippe Coutinho, un futbolista genial que también ha sufrido el peso del Camp Nou y la falta de confianza. Con Koeman, su versión ha mejorado, pero ante Osasuna siguió fallando ocasiones muy claras. Coutinho podría haber firmado un hat-trick sin problemas pero se quedó con un solo gol, gracias a una brillante asistencia de Griezmann.
Coutinho, más tímido y cohibido durante el día, no tiene el carisma del francés. Sin embargo, la generosidad de este último puede ser vital para que ambos terminen funcionando en los esquemas de Koeman. Griezmann necesita aliados para recuperar su mejor versión y hay muchos jugadores que si cuentan con la complicidad de una estrella como es el galo también crecerán exponencialmente. Es el caso de Coutinho, pero también el de Braithwaite, que marcó un penalti en Kiev porque Griezmann se lo cedió, y del propio Dembelé, amigo personal por lo que ambos han compartido en la selección francesa campeona del mundo.
Cuanto más felices estén los jugadores, mejor fluirá su talento y creatividad sobre el terreno de juego. Ese es el gran reto y objetivo de Koeman, tener un núcleo de delanteros enchufados y entregados a la causa, pudiendo hacer rotaciones con garantías bajo el liderazgo, todavía inquebrantable, de Messi.