El resumen de esta Liga es que el Barcelona, líder de la clasificación, ha encajado las mismas derrotas que el Valencia, 13º en la “lista”. Con tres chascos, los azulgranas siguen siendo líderes de la que teóricamente es la mejor liga del mundo. O eso nos quieren vender para exportar el negocio a países exóticos. La realidad es otra. El peor Barça y el peor Madrid de la última época se dan cita en una competición donde lo más atractivo que nos queda es la esperanza que en el Clásico del 18 de diciembre, se pongan las pilas y, por un día, demuestran que son verdaderas estrellas.

Las enormes variantes de presupuestos entre el primer clasificado y el último tendrían que ser el reflejo de una diferencia abismal que no se refleja. Siguiendo el modelo antagónico de la Premier, donde hay límites presupuestarios que equiparan a los equipos, esto podría ser atractivo si siguiéramos viendo buen fútbol. Pero lo que hacemos es aburrirnos, incluso teniendo al mejor jugador del mundo en el terreno de juego.

Tiempo atrás, y no muy lejano, queda aquella Liga donde el potencial de muchos se reflejaba en Europa: Europa League con el Sevilla ganador en el 2016, Atlético de Madrid 2018… Por no hablar de las Champions de los dos grandes. ¿Qué decadencia se ha experimentado en cuestión de meses? No me imagino a un chino siguiendo el Levante-Barcelona del sábado, por muy buen horario que tuviera en su país… Y tampoco a un seguidor americano viendo el lamentable espectáculo del Madrid sin un Bale que despierta más interés con su culebrón personal en los despachos que viendo a todo el equipo jugar.

¿Qué está pasando? La verdad se esconde bajo una clasificación virtual que no se corresponde con la realidad y con el desgaste que supone seguir enganchado, cada fin de semana, al fútbol. Por suerte, no estamos acostumbrados a verlo así pero… Al tiempo.