El Barça se ha convertido en el club de la noticia diaria. La lástima es que casi siempre su notoriedad en los medios destaca por lo bellaco y no por la excelencia. No es el Club de los poetas muertos, aquella estupenda película que dirigió Peter Weir y protagonizaron Robin Williams y Ethan Hawke. Quizás esté más cerca del Club de la Lucha, la de David Fincher, con la actuación estelar de Brad Pitt y Edward Norton, por la aparición constante de peleas internas y externas. Pero también tiene aroma del Club de la Comedia porque mucho de lo que aparece en los medios provoca el hazmerreir en el mundo entero.
Nada de can Barça pasa inadvertido. Todo se sabe. Es el club más abierto del mundo. También el más vivo. Pero todo es interpretado de forma diabólica. Messi y Suárez desean suerte al chileno Vidal en su nueva aventura italiana, y el recordatorio al argentino y al uruguayo de que todavía no han dicho nada del 2-8, ni despidieron con un mensaje tan bonito al croata Rakitic les cae con un peso excesivo. Messi, Suárez y Vidal no eran el trío de la bencina pero se querían y se quieren. Eso sí, ellos fundaron el Club de los Sudamericanos en el Barça. Mandaban. Vivían bien. Y compartían el mate.
El nuevo entrenador, Ronald Koeman, le dice a Riqui Puig, una de las consideradas joyas de la cantera, que va a tener difícil un puesto en el equipo titular porque hay mucha competencia y que le gustaría que tuviera más minutos. La interpretación es que Koeman le ha dicho a Riqui que no cuenta con él y que busque equipo.
Pero si el vestuario se desnuda, fuera también hay espectáculo. Ha hecho falta que cuatro precandidatos a la presidencia del Barça unan sus fuerzas para recoger más de 20.000 firmas con el objetivo de presentar una moción de censura contra la junta directiva del club y destronar a Josep M. Bartomeu unos meses antes que finalice su mandato y los socios elijan otro presidente. Los protagonistas de la moción saben que si Bartomeu salta antes de las elecciones, el nuevo presidente tendrá un mandato más corto que el que le correspondería si espera a ser elegido en marzo. Pero el gran interés de la movilización barcelonista no es otro que echar a Bartomeu, hacer realidad el #Bartomeuout ya que el #Bartomeudimissió ha fracasado. Muchos seguidores de la moción hablan de que esta junta y la anterior de Sandro Rosell han actuado desde el resentimiento y el odio, pero no se dan cuenta que ellos están actuando bajo los mismos sentimientos. Una pena.
De esta aparente unidad bien estaría que surgiera una candidatura que buscara la paz entre sus asociados, pero mucho me temo que en este club, en este Barça, el seny está olvidado y la bandera que triunfa es la del rencor.