Triste. Decrépito. Muy decepcionante. Ni conjuras, ni asados, ni leches. Tal vez Florentino Pérez tenía razón: el fútbol aburre cada vez más. Normal que los más jóvenes busquen fórmulas alternativas que pasan por invertir el tiempo de forma activa y no pasiva, al borde del adormilamiento. 

El partido que firmó el Barça contra el Atlético en el Camp Nou no fue para nada digno de decidir una competición. Más bien fue digno de asegurar una siesta de campeonato. Aburrídisimos, los azulgranas se chocaron una y otra vez contra la doble línea de autobuses del Cholo Simeone, que hizo el planteamiento que tenía que hacer. Y, encima, generó claras ocasiones de gol que podrían haber resuelto el partido a su favor en el primer tiempo. 

En la segunda parte, el Barça fue algo superior y tuvo las mejores ocasiones, pero ni mucho menos hizo méritos para ganar. Ni al Atleti, ni la Liga. No se puede ganar el torneo de la regularidad sin haber vencido a ninguno de los grandes en todo el curso. Lo más parecido, la victoria sobre el Sevilla.

Dice Piqué que el Barça ha hecho "más méritos" y reivindica haber tenido "más ocasiones y más claras", pero la realidad es que los merecimientos que hizo el equipo fueron del todo insuficientes. Así no se gana una Liga. Tampoco el Atlético la merece ya, después de haber dejado escapar una renta que llegó a ser de 12 puntos... y todo parece encarrilado para que se la termine llevando un Real Madrid desfondado, pero que ha mostrado capacidad competitiva y ha sido capaz de ganar tanto al Barça, las dos veces, como al Atleti. 

El Barça ha puesto esta tarde la Liga en bandeja al Real Madrid. Segunda dimisión al título, después de haber renunciado también en el Camp Nou contra el Granada. La presión ha podido a los de Koeman, que se siguen sintiendo aspirantes de cara a la galería, pero no lo demuestran. Muy mal se le tienen que dar las cosas a los de Zidane para no revalidar el título. Este domingo se pueden poner líderes a falta de tres jornadas.