El Barça-Real Madrid de este domingo será un clásico distinto. Atípico. Sin espectadores en el Camp Nou y sin aficionados en los bares de Barcelona y el resto de Cataluña. Las discusiones y los piques se quedarán en la esfera privada en un partido que examinará a dos equipos con muchos problemas. El coronavirus pasa factura.
El Barça y el Madrid ya no son una máquina de ganar. Hoy, son mucho más vulnerables que hace unos años. Entonces ganaban sin querer, por oficio, pero ahora no tienen la pegada de antes. El fútbol del Barça es mucho más plano y previsible. Y al Madrid le falta carácter.
El clásico del sábado no será decisivo, pero puede dejar secuelas. El Barça parece llegar mejor, pero el club vive tiempos muy convulsos. No hay sintonía entre el vestuario y los despachos, y Koeman tiene que actuar de funambulista para evitar que las tensiones estallen con mucha virulencia. En la plantilla cada uno hace la guerra por su cuenta, con futbolistas que asumen una rebaja salarial y otros que viven en su mundo, ajenas a los problemas económicos de la entidad. Como si el tema no fuera con ellos.
Movidas extradeportivas al margen, Koeman tiene muchos asuntos por resolver. El más importante, Griezmann. El delantero francés no funciona como extremo ni como delantero centro. Él es un mediapunta, pero nunca, o casi nunca, juega en su sitio. Lo hacen Coutinho, Pedri o Messi. Demasiados cromos repetidos. En defensa, en cambio, faltan piezas.
En el Madrid, Florentino lo tiene todo más controlado. Tal vez no atado y bien atado, pero el malestar se focaliza en la gestión de Zidane, técnico que año tras año comienza con problemas y termina las temporadas a lo grande, ganando Champions o la Liga. O ambas.
El problema del Madrid está en el campo. El equipo no carbura. Y Marcelo, posiblemente el mejor lateral zurdo de la última década, simboliza la desconexión madridista. Desde la marcha de Cristiano Ronaldo, al Madrid le falta gol y suerte tiene de Courtois. El grupo blanco parece dosificarse. Reservarse para las grandes citas. Ni tan siquiera se puso las pilas en su estreno en la Champions.
El clásico se acerca. Las horas previas son tristes. Descafeinadas. Nada es igual que antes. Parece un duelo inoportuno para ambos equipos. Pero Barça y Madrid pueden meterse en problemas si salen tocados del clásico. Ya no son intocables. El coronavirus parece tener un efecto devastador para los dos grandes colosos del fútbol español.