Con el regreso de Ronald Araujo a los entrenamientos, la pregunta para Hansi Flick es prácticamente de cajón: "¿Cómo tiene previsto gestionar la vuelta de un jugador que ha estado casi un mes fuera de los terrenos de juego por culpa de su salud mental?". Si se tratara de una lesión muscular, la respuesta sería bastante sencilla: iría entrando de forma progresiva, jugando 20 minutos el primer partido, media hora el segundo y, posiblemente, empezando desde el inicio el tercero, para jugar unos 70 minutos. 
Pero no estamos ante una situación normal ni mucho menos. Araujo pidió al club, a través de sus agentes, tomarse un respiro. El detonante fue su expulsión en Stamford Brigde ante el Chelsea, donde acabó siendo señalado como uno de los culpables de la abultada derrota (3-0). El charrúa, que en otras ocasiones optó por cerrar puntualmente sus cuentas en las redes sociales, no pudo soportar el escarnio público, optando por un retiro casi espiritual, como demuestra el hecho que aprovechó su paréntesis para visitar Israel, la cuna del cristianismo, con el fin de afianzar sus creencias religiosas, muy arraigadas en su familia.
Ahora la pelota está en el tejado de Flick. El técnico alemán se verá en la tesitura de gestionar el regreso de un jugador con una serie de condicionantes insólitos por estos lares. Lo más lógico sería que fuera entrando a cuentagotas, sin añadir mucha presión y en partidos que estén ya prácticamente decididos, con el fin de que vaya recuperando la confianza y sintiéndose de nuevo útil para el equipo. 

Evidentemente, el quid de la cuestión es cuándo Flick le dará la alternativa en el once titular. Aquí la decisión tendrá que ser consensuada y meditada por todas las partes. Ahora mismo parece poco aconsejable que el charrúa entre en un partido de eliminatoria directa. Si fuera así, le descartaría para la Supercopa, así como de cara a la próxima cita copera. Tampoco parece de recibo darle la alternativa en los dos últimos partidos que restan de la Champions (Slavia de Praga y Copenhague), sobre todo conociendo los antecedentes del central en esta competición. 

Bajo este contexto, parece que la Liga se presenta como el mejor escenario. La siguiente decisión sería si la apuesta se hace en casa o fuera de casa. La premisa más plausible es jugar el primer partido titular del 2026 en el nuevo Camp Nou, bajo el apoyo y confluencia de la afición. Y el calendario, en este sentido, es generoso: el Barcelona juega el primer partido en casa en la Liga el 25 de enero ante el Oviedo. Un rival, en principio, asequible y poco exigente a nivel ofensivo, que permitiría al charrúa desplegar sus mejores virtudes y recuperarlo en todos los sentidos.
Y es que Araujo seguro que será un jugador vital en este tramo de temporada, sobre todo teniendo en cuenta que Flick tampoco tiene un amplio fondo de armario en esa posición, y aún menos desde la marcha a la francesa este verano de Íñigo Martínez. 
Con Andreas Christensen lesionado y Eric García jugando a las mil maravillas en el pivote defensivo, ahora mismo el técnico alemán sólo tiene dos centrales, y de aquella manera, en el sentido estricto de la palabra, ya que uno de ellos, Gerard Martín, es un lateral reconvertido en central, mientras que el único puro de la plantilla, Pau Cubarsí, no está atravesando precisamente tampoco su momento prime de la temporada.