En esta Champions League hay algo tan importante como la victoria. No es otra cosa que golear. Machacar al rival. Tener más goles a favor y recibir los menos posibles. El Barça obtuvo un triunfo importante sobre el Eintracht de Frankfurt. Está obligado a vencer en todos sus partidos, pero también su fútbol reclama goles, no solo posesión y dominio, campos en los que posiblemente no exista un adversario mejor. Con seis partidos jugados, el equipo de Hansi Flick figura en la decimocuarta posición. Y de los 15 primeros es de los que más goles está recibiendo junto al Borussia de Dortmund (11) y el Atlético de Madrid (12).

La temporada pasada para estas alturas, en la sexta jornada el Barcelona había marcado la friolera de 21 goles y solo había recibido 7, cifras que lo convirtieron en uno de los máximos favoritos al triunfo, tanto que llegó a las semifinales, donde fue eliminado por el Inter. Lo cual es un indicador claro de que el equipo azulgrana ha perdido algo de fuelle y de efectividad, tanto en el aspecto ofensivo como en el defensivo. Ante los alemanes del Eintracht hubo dominio y posesión total del balón. Pero eso no basta para conseguir el objetivo primordial. El primero de ellos, estar presente entre los ocho mejores, y luego encontrar la forma de volver a levantar lo que se niega a volver a las vitrinas azulgrana desde hace 10 años.

Tan exigente como es Flick, seguramente apretará clavijas en el vestuario y él tendrá que valorar que si un equipo funciona y está en racha como demostró el once que goleó en La Cartuja al Betis dar descanso a jugadores que están inspirados como Ferran, por ejemplo, deberían mantenerse en la línea titular.