Translúcido. Según la RAE, dícese de un cuerpo que deja pasar la luz, pero que no deja ver nítidamente los objetos. Traducido para el lector: es el término medio entre un cuerpo transparente y otro opaco. O en términos más populistas, entre decir siempre la verdad y mentir u ocultar de forma sistemática.
El Barcelona ahora mismo se encuentra en ese término medio, la translucidez, el que permite entrar la luz, pero no con la misma intensidad y en todos los lugares. Aún le falta mucho camino para ser transparente, pero al menos se ha alejado de la opacidad permanente.
En este sentido, la cortina de humo en el caso Ronald Araújo no ayuda. El club mintió conscientemente para ocultar un problema mental del uruguayo, pero lo hizo forzando a mentir al entrenador y después a hacer lo mismo a los médicos. Más tarde, cuando el caso les estalló en las manos, salió Hansi Flick a pedir respeto por el jugador y el club se encargó de filtrar rápidamente que el charrúa había pedido un reseteo mental.
El problema de cuando te pillan una mentira es que nunca se sabe si vas a volver a recurrir a ella. Por eso, cuando el club argumentó la baja de Frenkie para el partido ante el Atlético por un proceso febril, muchos creyeron que se trataba de una nueva argucia del club, cuando en esta ocasión era cierto. Es la famosa leyenda del pastor Pedro y el lobo, que cuando al final es verdad que viene a comerse las ovejas, ya nadie se lo cree.
No es la primera vez que pillan al club en un renuncio, pero en esta ocasión ha sido a pleno día y con las manos en la masa. En todo caso, mejor no profundizar tampoco mucho sobre la gripe de Marcus Rashford para no dejar en evidencia a nadie más.
Lo que está claro es que el aterrizaje de Gabriel Martínez al departamento de comunicación ha servido para quitar lastre a la tensión y mal rollo que existía entre el club y los medios de comunicación. Primero desde el primer equipo y luego como DIRCOM, Gabriel ha sabido ganarse el respeto de los profesionales gracias a su empatía y savoir faire, recordando un poco en este sentido al mítico Ricard Maxenchs, el mejor responsable de comunicación que ha tenido el club en sus 126 años de historia.
Gabriel ha buscado la complicidad con los periodistas de una forma elegante y sin estruendo, consciente que el ruido es muchas veces contraproducente. Utilizando siempre la mano izquierda, ha encontrado un punto intermedio en la relación entre el club y la profesión. Sin duda, un gran paso, pero aún no del todo suficiente, porque de vez en cuando la entidad sigue ocultando información o, lo que es peor, mintiendo públicamente, como se ha producido en el caso Araújo.
Lejos queda ya la agresividad de otros responsables de comunicación, que se ensañaban con los periodistas críticos, llegando a las amenazas y las presiones injustificadas. En este sentido, la llegada del nuevo DIRCOM ha sido toda una bendición.
Eso sí, tampoco vamos a pedir la panacea, y que de la noche a la mañana, un club que vivía oculto en las sombras y parapetándose de las mentiras y las falsedades sea ahora el adalid de la transparencia y la información. Ya habrá tiempo para que alguien algún día explique los verdaderos motivos del contrato publicitario con la República del Congo, con New Era o Limak, por poner un ejemplo.
