El Barça vuelve al Spotify Camp Nou y lo que se suponía fiesta ya comenzó con el pie cambiado. El Barça de los socios... Pero sin los socios. Precios solo aptos para bolsillos pudientes, para esos aficionados y/o turistas que inauguren la nueva etapa del estadio con lo que ya se ha dado por llamar Camp Nou Experience y que no es más que un aviso a navegantes. Un aviso de lo que vendrá en el futuro.
El Barça que siempre hizo bandera de cuidar a sus socios y abonados con los precios más bajos entre los grandes clubs de Europa empieza a darse prisa en adecuar unos importes que ya se entienden serán exclusivos, con la puesta en funcionamiento de esas experiencias VIP que disparen los ingresos hasta los 350 millones de euros anuales.
El préstamo de Goldman Sachs debe empezar a pagarse y esa es la gran razón, se entiende, por la que la directiva necesita convertir el Camp Nou en una vía de ingresos extras. Y si con ello el abonado de siempre es el gran perjudicado... Así sea.
"La previsión es que al comenzar la temporada 2026-27 podamos tener el aforo completo" se atrevió a vaticinar la vicepresidenta Elena Fort, en una apuesta osada, y no poco, atendiendo al año de retraso con el plazo inicial en este primer retorno. Ahora serán 45.401 plazas disponibles, de las que solo se reservaron 24.800 para los socios, dejando las restantes 20.601 para el público en general y, también, compromisos varios (que siempre son más que varios) del club.
Y el aviso llegó de repente. Ver en directo el Barça-Athletic vale entre 199 y 589 euros. ¿El socio? Tiene descuento, claro: nada menos que un 20 por ciento que, traducido significa que por lo menos deberá pagar 159 euros para acudir al estadio. El abonado que no quiso, o no pudo, seguir al equipo a Montjuïc es así castigado... Y el que sí quiso sumarse en la última venta por parte del club, pero quedó fuera de las poco más de 3.000 plazas que se reservaron, pues lo mismo.
Fort habló de precios "dinámicos" dependiendo de la demanda y desde el club se puso énfasis en que el partido del sábado ante el Athletic "es especial", refiriendo que en adelante serán más económicos. ¿Lo serán? "Los precios también suben por la demanda, tenemos un estadio global con muchos culers que quieren venir. Se debe encontrar el equilibrio entre la esencia del abonado y el socio y esa gente que quiere venir a vivir una experiencia. Las entradas deben ponerse al valor de mercado" avisó la vicepresidenta.
¿Qué puede eso significar? Es un primer mensaje respecto a los precios que encontrarán los casi 83.000 abonados cuando el estadio esté a pleno funcionamiento. "El nuevo Camp Nou será mucho más cómodo y debemos decuar los precios" ya reveló Fort.
En la temporada 2022-23 un abono de tribuna podía elevarse hasta los 1.738 euros que eran aproximadamente 1.000 euros en lateral y hasta 700 en las gradas de gol, con un mínimo aproximado de 200. En 2027 se intuye que esos importes aumentarán hasta un 40 por ciento, porcentajes que cuando se han insinuado a los directivos no han querido, o podido, rebatir.
De esta manera es lógico sospechar un descenso en el número de abonados, por más que exista una lista de espera, por los futuros precios de un estadio que amenaza con abandonar el carácter del pasado para sumarse a una nueva personalidad que ya ha ido abriéndose paso en los últimos tiempos.
El problema no es solo que se trate de cantidades elevadas (algo que, hasta cierto punto, puede entenderse en un evento de alta demanda y en un estadio renovado), sino que la sensación general es que se rompe un pacto emocional e histórico entre el club y sus socios. Durante décadas, ser socio del Barça implicaba, más allá de un carnet, una relación privilegiada con el estadio y el acceso a los partidos. Una jerarquía afectiva y simbólica que se fue erosionando progresivamente durante los últimos tiempos... Y que amenaza con dinamitarse ya de forma definitiva.
La desconexión entre el palco y la grada es cada vez más evidente, pareciendo que quienes viven en una burbuja no saben, o no conocen o simplemente se despreocupan de cuidar a esos socios que durante tantas décadas fueron el alma del club. En este estado la paradoja es evidente: se invirtió en un estadio más moderno, cómodo y con mejores instalaciones, pero a costa de expulsar a quienes lo llenaron en el pasado. Porque el futuro, parece, ya no va con ellos.
Esta política encaja dentro de una tendencia creciente en el fútbol europeo: la búsqueda de ingresos a corto plazo mediante la explotación comercial extrema de cada partido. Pero el Barça no es (o no era) un club más. Su singularidad radicó siempre en el peso de sus socios, el vínculo colectivo, la idea romántica del "més que un club". Cuando se aplican estrategias pensadas en maximizar beneficios inmediatos sin respetar a quienes forman la base social, el club pierde más que dinero o reputación: pierde su identidad.
El argumento habitual de la directiva es que la situación económica obliga a decisiones difíciles. Y aunque es innegable que la entidad arrastra problemas financieros, no es de recibo contemplar como la solución pasa por despreciar al socio de toda la vida.
El estreno del Spotify Camp Nou debía ser una fiesta y el reencuentro entre club y afición. Tenía que ser el inicio de una etapa marcada por la ilusión... Pero en lugar de eso la fidelidad se ha convertido en una mercancía, en un simple artículo para monetizar y el partido del sábado ante el Athletic puede tener tanto seguimiento e impacto global como desilusión y frialdad local.
Un estadio maravilloso convertido en una atracción más de esta Barcelona cosmopolita. El Barça se acerca a unas elecciones que mostrarán si Laporta mantiene la fortaleza que se le supone ante una oposición que va tomando posiciones...
Pero entre los unos y los otros, el socio de siempre es el que deberá elegir al que, se supone, sepa tratarle como merece. No como el simple cliente que ahora parece.
