Nada es más cierto que para todo hay una justificación. Las excusas han existido siempre. Han servido para justificar guerras amorosas y otras de mayor violencia. Han valido para sacarse de encima obligaciones, e incluso para disculpar acciones de personas que han cometido errores de peso. Recuerdo una frase de Joan Laporta poco después de no poder renovar a Lionel Messi, promesa incumplida con la que ganó las últimas elecciones a la presidencia del Barça, y en la que más o menos aseguraba que no existía persona ni futbolista que estuviera por encima de la entidad. Puede que la frase de marras abra un interesante debate, pero a juzgar los recientes acontecimientos que han pasado en el Barça semejante aseveración no va a misa. 

Lo ha demostrado Messi con su inesperada visita al Camp Nou. El crack más amado por el barcelonismo ha recibido la friolera de 24 millones de “likes” en las redes sociales. Todo un éxito, que ningún directivo, presidente o aficionado del Barcelona lograra en su vida. Nadie olvida en este mundo del deporte a Kubala o a Cruyff, a Pep Guardiola o el gol de Koeman en Wembley. O Ronnie que devolvió la sonrisa al Camp Nou en tiempos peores de la institución y del equipo. Todos ellos merecen una estatua o una puerta que lleve su nombre. Son personajes que han marcado la leyenda del Barça. Han valorado la institución y la han dotado de un mayor prestigio.

Decir alegremente que no hay persona ni futbolista que esté por encima del club está lejos de la elegancia y de la verdad. Y eso no significa que estemos infravalorando al club. Nada más lejos. Pero las excusas no valen para eludir obligaciones o promesas incumplidas. Y es bueno recordar este tema en estos tiempos que se acercan las elecciones, y habrá candidatos que prometerán lo que no podrán llevar a cabo.