Durante estos días, el nuevo auditor del FC Barcelona, Crowe Global, habrá comenzado el trabajo de penetrar en las inextricables cuentas del club, lo que hace un año terminó con el anterior auditor Grant Thornton. Este no admitió continuar la activación de Barça Vision, una palanca fallida, lo que propició un cierre de ejercicio con más de 90 millones de pérdidas y el final de su relación con el club. Tras dos años de comer sapos, dicho auditor se plantó ante frivolidades contables, por emplear un término amable.
Esta vez, el caballo de batalla no se trata de la norma del 1:1 en materia de fichajes (un millón que ingresas, uno que dispones para fichar); ni de cumplir con el límite salarial; ni de las multas de la UEFA (la última de 60 millones, de los cuales 15 de pago inmediato) por considerar que la venta de patrimonio no es un ingreso ordinario con el fin maquillar las cuentas; ni de palancas fallidas; ni de comisiones inmorales de 50 millones; ni la refinanciación de los créditos del Espai Barça hasta 2050… Esta vez el caballo de batalla, al que ya aludimos el pasado mes de noviembre, tiene un calado distinto, más no por ello menos peligroso.
En su última auditoría, los expertos de Grant Thornton hicieron hincapié en la nueva normativa de la UEFA, que ha hecho suya la Liga, y es de obligado cumplimiento para la buena salud económica de los clubs. Se trata del patrimonio neto que se expone en el balance anual como primer epígrafe del pasivo. La normativa de los citados poderes futbolísticos exige a los clubs un patrimonio neto positivo y, caso de ser negativo, una mejora de, cuando menos, un 10% anual, hasta convertir en positivo el patrimonio neto. El Barça cerró 23-24 con un patrimonio neto negativo por 94,3 millones. Rebajar 9,4 millones, como mínimo, está el quid de la cuestión.
La disputa entre auditores y Laporta se basará principalmente en aquellas cuestiones de dudosa imputación en el activo, como son, entre otras, los 100 millones por la explotación de los 475 asientos Vip, el resto de los 208 millones de la citada palanca fallida de Barça Vision y los 157 millones activados en la venta del 25% de los derechos de TV a Sixth Street, que fueron a parar a una sociedad fantasma llamada Locksley Invest, que no está operativa y no tiene plan de negocio ni flujo de caja. Además, habrá que provisionar los 45 millones restantes de la multa de la UEFA (60 millones en total) por una elemental norma de prudencia.
¿Qué consecuencias puede tener no mejorar al menos en un 10% el patrimonio neto que ahora es negativo? Basta leer lo que reflejaron los auditores en su trabajo: “En este sentido, la Junta Directiva del Club asume el compromiso de tomar las decisiones y actuaciones necesarias para garantizar el cumplimiento normativo y la participación efectiva de sus equipos en las competiciones a las cuales participa y/o aspira a participar en temporadas futuras”.
En otras palabras: si no se cumple la normativa, no está garantizada la participación en las competiciones a las que aspira a participar y, aunque no se dice cuáles, no es difícil imaginarlas tratándose de la UEFA.
Antaño, el Barça fue auditado siempre por uno de los Big Four mundiales en la materia (Deloitte, KPMG, Ernest Young y PWCoopers), cuyo rigor está fuera de toda duda. Crowe Global se halla en el séptimo puesto y en el envite con el Barça se juega su prestigio. Pero el Barça, quizá mucho más. El pulso de Laporta con los auditores promete emociones fuertes… a puerta cerrada. Un detalle lo avala: no hay siquiera un avance del cierre del ejercicio, algo habitual en otros tiempos.