Mientras el equipo de Hansi Flick luce y reluce al máximo nivel en España y en Europa, de puertas adentro los síntomas del Barça son alarmantes, especialmente en lo que se refiere a la economía. El problema lleva más de cuatro años enquistado, sin que Laporta halle solución. Lo único que funciona como es debido es el primer equipo, que no es poco. Es más, se trata de algo esencial, puesto que a la mayoría de barcelonistas es lo único que les ocupa y preocupa.

Varios detalles invitan a pensar que la necesidad de liquidez es más que agobiante. Por ejemplo, en los últimos días los socios hemos recibido el anuncio de la venta de entradas para el encuentro contra el Villarreal, en Montjuïc, que es el penúltimo de la Liga. Antes están los partidos contra Celta, Mallorca, Real Madrid y Espanyol, de los que no se ha hecho publicidad alguna de venta anticipada. No hay motivo claro para comprar hoy entradas para un encuentro que no tiene fecha (17 o 18 de mayo) ni hora de comienzo asignadas. La intención que subyace en pregonarlo quizá sea una hipotética celebración o decisión del título de Liga. El club se ha guardado mucho de explicitarlo, aunque pueda anidar en el subconsciente de los culés más inquietos que se rascarán el bolsillo. Es de lo que se trata.

Pero, aún no repuestos del impacto por tanta anticipación, otra comunicación del club nos invita a abonarnos a las localidades de la tercera gradería VIP/Gallinero a 5.500 € por temporada. Es decir, se han puesto a la venta a los socios (y se supone que también al público en general) unas localidades que la nueva empresa auditora del club, Crowne Global, ha dicho que como no existen, no se puede se contabilizar su venta como un ingreso. Y hasta el 2027, con suerte, no estarán disponibles. Pero si alguien muerde el anzuelo siempre contribuirá a pagar alguna comilona en el Botafumeiro.

Lo que ha ocurrido en el Palau Blaugrana merece capítulo aparte, porque, sin miramiento alguno, se han vendido entradas en zonas destinadas a abonados y seguidores del Barça a seguidores de equipo visitantes, con el consiguiente riesgo de altercados que conlleva. Los días de las visitas de Partizan y Zalgiris se produjeron momentos de tensión parecidos a los que hubo en el Camp Nou, con motivo de la visita del Eintracht Frankfurt, en partido de la Liga Europa. No ha habido explicación alguna para estos casos. La cuestión es hacer caja a cualquier precio.

Y si estos abusos se producen con la venta de entradas, el día de la visita del Real Madrid, los que quisieron aparcar el coche en la zona lindante al Palau les pegaron un sablazo de 40 € por dos horas, cuando los precios han oscilado entre 18 € y 24 € en la actual temporada. Es el “todo vale”, aún a costa de cometer abusos.

Sin profesionales de la gestión empresarial contrastados (los que hubo salieron en globo), la precariedad económica caracteriza este segundo mandato de Laporta. Pero según en qué se refleja esta precariedad, porque hay intermediarios que han levantado 50 millones por la cara. Fallaron palancas, se cerró el balance del pasado ejercicio con 91 millones de pérdidas, la venta anticipada de las 475 localidades de palcos no se ha culminado, se han perdido casi 15.000 socios y el costo de una segunda temporada en Montjuïc supera otra vez los 100 millones, con solo 22.000 socios abonados.

Menos mal que funciona el primer equipo y que los ingresos por la Champions superarán las previsiones. Cabe esperar y desear que sean suficientes para afrontar las renovaciones de algunos “cracks”, entre ellos la de Lamine Yamal. Pero los síntomas del enfermo son ahora mismo de ruina latente. Solo queda pedir limosna.