No hay nada peor para un dirigente que perder la credibilidad. Y el actual presidente del Barça, Joan Laporta, la ha despilfarrado toda. Debería saber que tan legítimamente los socios le otorgaron la confianza hace 4 años como tan legítimamente se la pueden retirar en cualquier momento. En una entidad social como el Barça, ganar unas elecciones no significa tener carta blanca para hacer, manipular, mentir o incumplir ilimitadamente. Dijo que “Volveremos al Camp Nou a finales de 2024 porque si no Limak nos pagará 1 millón de euros por cada día de retraso de penalización”. A la hora de la verdad se ha demostrado que mintió. Ni la obra está terminada ni está reclamando la penalización. Un presidente que perdona, de momento, 30 millones a la constructora turca, escogida bajo sospecha, es un presidente que no defiende el patrimonio del club. Otra mentira confirmada es cuando el mes pasado aseguró que su viaje a Mongolia, acompañado de su socio de despacho y sin ningún ejecutivo del club, era de carácter privado mientras la marca Gobi afirmaba en un comunicado que había llegado a un acuerdo con el presidente para “adquirir los derechos para producir y vender los productos del Barça”. Otro desvío… de la realidad.
Laporta aseguró en septiembre: “No hemos alcanzado la regla 1.1 para inscribir con normalidad a los fichajes porque no hemos querido. Con la renovación del contrato con Nike será suficiente”. Otra mentira. Estamos a 3 días de que Dani Olmo deje de estar inscrito y quede libre por culpa de la improvisación de siempre. ¿Se imaginan haber pagado 55 millones de traspaso en agosto y que pueda firmar libre por cualquier otro club?. Solo que exista esa posibilidad ya es una temeridad. Ir al límite te hace no tomar las mejores decisiones.
Ahora la alternativa desesperada que se plantea para poder inscribirle es la de siempre, vender ingresos futuros para pagar excesos presentes. En este caso, malvender los palcos VIP a una empresa para los próximos años. Más venta de patrimonio es más endeudamiento y menos activos. Así el colapso económico está asegurado. Dejará el club como un solar. Eso si, llenando los bolsillos de sus amigos intermediarios, que están acostumbrados a repartir bien. Y no es muy difícil deducir el por qué de tanta generosidad con Darren Dein, que se ha llevado más de 60 millones del Barça por los contratos de Spotify y Nike, cuyas empresas habrían firmado igualmente con el club sin su intervención, con Fali Ramadani, con quién trabajaba, Raúl Verdú, casualmente el socio del hijo de Laporta, con Pini Zahavi, de quién Laporta ha sido socio en algunos negocios y es el representante de Lewandoski, el jugador que, casualmente, ha conseguido el mejor contrato en el Barça, también de Flick y del ahora pretendido fichaje del Bayer Leverkusen, Jonahtan Tah.
Generoso también con Jorge Mendes, con quien Laporta es uña y carne, y que además de representar a 6 jugadores del Barça, ha colocado al director de scouting del club, Paulo Araujo, y al director deportivo, Deco, quien reconoció públicamente haber cobrado, a través de un fondo de inversión, los 5 años como representante de Raphinha mientras también es el máximo responsable de la parcela deportiva del club, algo incompatible e indecente.
Cualquier presidente con cierta ética y honestidad no lo habría permitido. Ya se sabe. Cuando eres generoso con los amigos, los amigos suelen serlo contigo. Hay muchas más pruebas de la fuga irregular de millones del club, como la transferencia de un millón de euros que se hizo a un desconocido holandés que tenía una cuenta bancaria en Chipre simulando haber participado en el fichaje de Lewandoski. Luego se alegó que era un intento de estafa pero curiosamente no lo denunciaron a la policia, no fuera que les diera por investigar y se descubriera el potaje. El despilfarro está siendo histórico, igual que el silencio de cierta prensa y de los más de 35 ejecutivos que se han marchado del club después de ver todo este tipo de irregularidades.
Y lo peor de todo es que, pasando balance, 4 años después de la llegada de Laporta ya se puede afirmar que el Barça ha empeorado en todo. En lo deportivo, en estos 4 años el Madrid ha ganado 11 títulos y el Barça solo 2 y firmando 2 temporadas en blanco. 3 entrenadores diferentes del primer equipo, 4 distintos en el filial y 3 directores deportivos. 335 millones gastados en 33 fichajes para que el equipo acabe dependiendo de los canteranos que ya estaban en la herencia. En lo económico la situación es mucho peor.
Se ha vendido patrimonio, malvendiendo ingresos futuros por valor de 800 millones y aún así siguen los problemas para inscribir jugadores. Es decir, el dinero se ha esfumado a base de engrosar el capítulo de gastos. Se han generado más de 1000 millones de pérdidas ordinarias y se ha incrementado la deuda hasta sobrepasar los 3000 millones mientras los fondos propios siguen siendo negativos. Laporta lleva 4 años diciendo que están a punto de revertir la situación económica cuando la realidad es que la está hundiendo cada vez más.
En el capítulo de las secciones ha conseguido empeorarlas, el Barça es sexto en la liga ACB y décimo clasificado en la Euroliga. Y socialmente, el fracaso está siendo histórico. Ha conseguido alejar al socio de la vida del club y lo ha apartado de las decisiones más importantes con asambleas telemáticas, teledirigidas opacas y sin participación. Abrieron sin ningún filtro la opción de hacerse socios porque según él había miles que querían serlo y a la hora de la verdad se han dado de de baja 14.500. Ha maltratado a los socios dándoles los peores asientos de Montjuic para favorecer a los turistas acríticos, ha pisoteado el más elemental derecho de expresión de los propietarios del club, expulsando de la grada a los socios que canten “Barça si, Laporta no”, ha maltratado a la confederación de peñas y a los integrantes de la grada de animación. Si no hay una reacción inmediata de los socios, pasarán de ser las víctimas a ser cómplices.