El 2024 del Barça se puede resumir como una etapa marcada por más sombras que luces. El año ha sido decepcionante a nivel de títulos, la destitución de Xavi evidenció la crisis de juego y resultados que hizo peligrar algunos objetivos deportivos como la Supercopa. En general, el equipo ha exhibido un fútbol poco consistente y, en muchos momentos, lejos del estilo Barça.

A nivel institucional, las dudas también han sido protagonistas con decisiones poco razonadas, la incertidumbre con la vuelta al Camp Nou y una sensación de desgobierno general que no ha ayudado a consolidar el proyecto. A pesar de todo, también ha habido motivos para la esperanza. La nueva generación de futbolistas de La Masía, liderada por Flick, ha aportado aire fresco y momentos de inspiración que nos permiten imaginar un futuro más prometedor. Victorias memorables como el 0-4 en el Bernabéu contra el Madrid y el 4-1 ante el Bayern en la Champions han sido lo más destacado de un año bastante complicado también debido a los éxitos del Real Madrid.

En general, el 2024 me deja un sabor agridulce. Mi nota para este año azulgrana sería un suspenso cerca del aprobado. Hay que ser más exigentes y hay que seguir trabajando para que las pinceladas de ilusión se conviertan en títulos y obras de arte en el futuro.

Cruel, dolorosa y demasiado habitual

 

La derrota del Barça contra el Atlético volvió a evidenciar un problema que se ha vuelto demasiado habitual en las últimas jornadas: el equipo ha perdido el dominio en las áreas. Los de Flick se impusieron en en todos los aspectos del duelo como la posesión, la intensidad y las ocasiones pero la falta de puntería y la fragilidad defensiva volvieron a condenar el equipo ante un Atlético que supo aprovechar sus pocas oportunidades.

Por tercera vez consecutiva, el Barça vio como los tres puntos se escapaban de Montjuic. Este dato, unido a un balance desolador de solo 5 puntos de los últimos 21 posibles, plantea serios interrogantes sobre la temporada actual. La pérdida del liderato, un objetivo que parecía asegurado hace solo unas semanas, se ha convertido en una nueva prueba para un equipo que ahora mismo es un mar de dudas.

Pese a los brotes verdes en términos de juego y actitud, el fútbol exige resultados y, estos, no llegan. Las voces más críticas también empiezan a coger peso mientras la afición ve como los viejos fantasmas vuelven a planear sobre el equipo. De cara al 2025 el Barça necesita mucho más que buenas intenciones para revertir una situación que, hoy por hoy, todavía está a tiempo de salvar.