Desde que el club informara el pasado lunes sobre la lesión de Lamine Yamal, explicando en el comunicado que sufría "una lesión de grado uno en el ligamento intertibial y peroneo anterior", pronosticando "unas tres a cuatro semanas de baja", han aparecido, como setas después de una tormenta, una pléyade de expertos y especialistas para dar su opinión sobre el estado del jugador.
La verdad es que no es nada sorprendente: cada vez que hay una lesión con algún jugador relevante del Barça, se remueve un auténtico tsunami de médicos y traumatólogos que buscan su cuota mediática. Médicos y traumatólogos, recordemos, que hablan sin haber recibido la consulta del jugador, ni haber explorado la zona afectada y, ya no digamos, haber consultado las pruebas. Básicamente, y aparte de sus conocimientos irrefutables por su profesión, hablan a ciegas, con la misma información que podría tener cualquier ciudadano de pie.
También es cierto que parte de culpa la tienen los medios de comunicación, que buscan desesperadamente una persona que pueda arrojar un poco de luz a la desinformación que en muchas ocasiones viene desde el club. Y eso que hay que reconocer que desde hace un tiempo ha mejorado sustancialmente: en los últimos partes se ha vuelto a incluir el tiempo de baja y ya no se recurre a la fácil cantinela "la evolución marcará la disponibilidad del jugador".
De entre todos los expertos que asoman la cabeza cada vez que hay una lesión importante el Can Barça, destaca por encima del resto el traumatólogo Jordi Ardèvol. Más que por sus opiniones, que pueden ser más o menos relevantes, por sus antecedentes. No hay que olvidar que Ardèvol fue responsable médico del FC Barcelona durante cinco años (2001/06), coincidiendo curiosamente su etapa al frente de la entidad con el récord histórico de un club de fútbol en roturas de cruzados en una misma temporada (2004/05), con un total de cuatro: Thiago Motta, Gabri, Edmílson y Larsson.
En todo caso, nada nuevo bajo el sol, porque este tipo de rencillas e intrusismo profesional el pan de cada día en Can Barça y mucho más aún entre galenos. Sólo hay que recordar que a finales de la década de los 90 había una guerra abierta entre el entonces médico del club, Fernando Baños, y un incipiente Ramon Cugat, que empezaba a ser referencia entre los futbolistas del Barcelona. Este pulso acabó como el rosario de la aurora, con el primero convocando una rueda de prensa de urgencia para desmentir al cirujano respecto a los problemas en las lumbares de Pep Guardiola, que no se acababan de resolver, con una frase antológica que todavía sobrevuela en el aire: "El que quiera publicidad, como dijo Zagalo, que se cuelgue de un árbol".