Juega el Barça este miércoles en Dortmund un partido importante en su aspiración de recuperar el prestigio dentro de la Champions League. El mal papel en esta competición ha provocado su ausencia en el Mundial de Clubes que se celebrará el próximo año en Estados Unidos y en el que participan 32 equipos de todo el mundo, pero el Barça no estará entre ellos. Parece mentira, pero es verdad.

Pero hay otro prestigio que está en juego, y en manos de la directiva actual, que no parece estar dispuesta a reconducir. Es la credibilidad en la palabra de sus gestores y por ende de la entidad. La honra y la buena fama. Y ese partido lo juega el Barça el próximo 21 de diciembre, fecha en la que la junta ha convocado una asamblea de compromisarios para ratificar el contrato con Nike, del que los medios de comunicación han publicado la fecha de caducidad (2038) y la cantidad de dinero que ingresará el club (1.700 millones de euros).

De entrada, la junta directiva vuelve a incidir en una convocatoria telemática, como en los tiempos de la pandemia, lo cual impide una participación masiva de los socios y, en consecuencia, un debate abierto de forma presencial. Hay que recordar que en la última asamblea la participación alcanzó la cifra mínima de 700 compromisarios, cuando los convocados eran más de 4.000. 

Pero, por si esto fuera de poco, ya se ha anunciado que existe una cláusula de confidencialidad, como la que también está firmada en el contrato con Spotify, que impide a la directiva revelar las cifras exactas del acuerdo con Nike. El anuncio del nuevo secreto lo publicó El Periódico, e inmediatamente algunos socios reaccionaron en las redes sociales pidiendo el voto en contra del acuerdo. Otros creen que no sirve de nada la convocatoria si hay que decir sí a todo, pero los estatutos del club y la Liga obligan a ratificar en asamblea contratos con terceros.

Otros, opositores declarados de la actual directiva, como los del grupo Som un Clam, enviaron una nota de prensa el pasado 9 reclamando un Barça modelo de transparencia, participación y democracia. “La junta directiva proclama a los cuatro vientos que estamos camino de un círculo virtuoso como vivimos en el pasado, y en realidad caminamos hacía un círculo vicioso: un equipo potente en un club débil acaba con el tiempo en un equipo frágil e inestable”, advertía la nota de Som un Clam.