En las derrotas de Liga de esta temporada, todavía no ha jugado Lamine Yamal... Que todavía no es Leo Messi. Y es importante subrayar este aspecto porque hablar de dependencia de este joven parece exagerado con el talento que todavía debe demostrar.
El problema del Barcelona no es la ausencia de Lamine ni las empanadas de Koundé. El problema es el juego, el control de los partidos y la capacidad de Hansi Flick de no perder la mecha, la frescura con la que arrancó.
La semana pasada ya lo dije: los equipos contrarios empiezan a conocer el sistema de juego. Pero Flick sigue estancado con un estilo que nos ha hecho olvidar el tiki taka, pero certifica que sea con un modelo u otro, la importancia de sorprender constantemente es innegable para certificar el éxito en el fútbol del siglo XXI. Un dato revelador: el Barcelona ha encajado más fueras de juego que sus dos últimos rivales, la Real Sociedad y el Celta.
El parón de selecciones debería haber sido un punto de pausa para pensar y revisar el sistema de juego. No se trata de señalar con nombre y apellidos a nadie en esta ocasión. Si entramos en listas, a Koundé debemos sumar Frenkie de Jong o al pobre Gerard Martín.
Lo importante de este punto de inflexión de la nueva era Flick es seguir sorprendiendo y, especialmente, tener a los jugadores jóvenes igual de enchufados. Pedri está en la auténtica babilonia; Gavi piensa más en los pantalones que se pone para una foto que en intentar rebajar el ímpetu dentro del campo y apostar por dar un plus de calidad; Marc Casadó todavía no se ha estancado, pero suma dos amarillas y una expulsión que queman mucho; Gerard Martín no es un jugador para el Barcelona; y cuidado con los que vengan porque no se pueden quemar fácilmente.
Después de la tormenta, llega la calma. Después del éxito, llega la consolidación. Y mantenerse arriba siempre es mil veces más difícil que subir. Las dos últimas derrotas del Barcelona son colectivas, esta es la grandeza del fútbol. Pero el capitán del barco, Hansi Flick, debe replantearse en profundidad qué sistema, con quién baila y cómo motiva a sus bailarines a seguir. De no ser así, la caída libre hará aflorar temas paralelos y personales de ciertos jugadores que no convencen para nada.