El buen inicio de temporada del Barça de Flick contrasta con las dudas que genera el Real Madrid de Ancelotti. La temporada es muy larga y, por tanto, con un desenlace incierto. Aunque haya que hacer balances parciales de lo visto hasta ahora, la experiencia indica que al equipo blanco nunca hay que darle por muerto. El primer diagnóstico indica que los ingredientes claves que explican el buen rendimiento del equipo azulgrana son los que, precisamente, parecen faltarle al conjunto blanco, sin que eso sea garantía de nada al final.
Para empezar, el hambre. La ambición. El equipo culé está lleno de jugadores jóvenes sin un palmarés consolidado a los que se les ve con sangre en los ojos, con ganas de reivindicarse con títulos. El mejor ejemplo es Lamine Yamal, que con solo 17 años lideró a la selección española hasta cantar el alirón en la Eurocopa. El Barça está más necesitado de trofeos porque, como dijo Menotti, "arrastra unas urgencias históricas". En cambio, el bloque del Real Madrid está repleto de jugadores con la barriga llena, sintiéndose confortables mirándose el ombligo y saboreando todavía el reconocimiento de haber tocado recientemente la cima del fútbol. Después de conquistar el sextete, Guardiola dijo que "más difícil que ganar es volver a ganar".
En lo táctico también hay un contraste. El entrenador alemán, Hansi Flick, le ha dado una identidad táctica muy definida al equipo. Los jugadores creen, ciegamente, que se ajusta a su perfil de futbolista. Flick ha conseguido, introduciendo sus matices, evolucionar el característico estilo del ADN Barça, importado por el holandés Rinus Michels en los 70, consolidado por Johan Cruyff en los 90 y perfeccionado por Guardiola en el Siglo XXI. En cambio, Ancelotti sigue dándole vueltas a diferentes dibujos tácticos para tratar de paliar la ausencia de Toni Kroos, el declive de Modric y la llegada de Mbappé, al que le gustaría jugar en el extremo izquierdo, demarcación bien cubierta por Vinicius, el mejor jugador del equipo.
Mientras el Barça cuenta con jugadores de la cantera, crecidos con un compromiso con el escudo incorporado de serie, en este Madrid no hay canteranos ni prácticamente jugadores españoles en el equipo titular. El único, Carvajal, ha quedado fuera de circulación por lesión, de manera que se parece más una selección de la ONU. Además, en el vestuario azulgrana los liderazgos y los roles de cada uno están más bien definidos. Los que conocen los códigos del fútbol saben que esta no es una cuestión menor. Raphinha se ha erigido como un capitán ideal, con la cabeza bien puesta y ascendencia sobre el grupo, aunque nadie duda de que la estrella emergente sobre el verde es Lamine Yamal y Lewandowski, la veterana. En cambio, en el Real Madrid, se detecta una falta de liderazgo porque quién debería serlo, Vinicius Jr, es un futbolista falto de autoestima, inestable emocionalmente --para decirlo de una manera correcta-- y sin autoridad moral sobre el resto.
Y, además, su teórico peso en el equipo se ha visto amenazado por la llegada de Mbappé. El brasileño cree haber hecho méritos para ser la estrella del equipo, pero la bienvenida de "megacrack" ha sido para el francés. Los dos pugnan por tener más protagonismo, remuneración, reconocimiento y portadas que el otro y eso no es fácil de gestionar. Para ser justos, hay que decir que la plantilla del Madrid tiene jugadores mucho más testados en la máxima exigencia. Y los jóvenes talentosos del Barça todavía deben demostrar que han alcanzado el punto de maduración necesario para codearse con los mejores equipos de Europa.
A eso hay que añadir que Laporta está dispuesto a hipotecar la entidad para reforzar el proyecto deportivo porque necesita revalidar su mandato y ahora es el equipo quién sostiene el club, mientras que en el Real Madrid, Florentino, que ya ha ganado mucho, no necesita demostrar nada ni arriesgar tanto. En su caso, es el club el que mantiene al equipo.
Sin embargo, el contraste actual entre los dos grandes no es garantía de nada porque, afortunadamente, el fútbol no es matemático sino aleatorio e imprevisible y ciertas circunstancias inesperadas pueden hacer cambiar las tornas en cualquier momento. Pero, hasta el día de hoy, lo que tiene uno parece faltarle al otro.