En un fin de semana donde el fútbol no importa prácticamente nada y probablemente lo más sensato sería suspender toda la jornada, el próximo domingo volverá el derbi de Barcelona a Montjuïc. Lo hará cargado de emoción, nostalgia y muchos sentimientos en ambos conjuntos para afrontar el primer Barça-Espanyol del curso.

Los azulgranas llegan al compromiso como claros favoritos después de un primer tramo de temporada magnífico y con muy pocos tropiezos. Se han convertido en el equipo más en forma de Europa y en candidato a todo.

Por su parte, para el Espanyol, el derbi volverá a significar mucho más que tres puntos. Para los pericos será el partido del año y entiendo que así sea. Inmersos en un momento de crisis y dificultad a nivel de juego y de institución, conseguir un buen resultado en Montjuïc podría suponer un punto de inflexión para el conjunto de Manolo González que, a día de hoy, parece evocado a luchar exclusivamente por la permanencia.

Sin embargo, un derbi es un derbi y, pese a que el Barça llegue como favorito y Flick se plantee hacer algunas rotaciones, que nadie piense que será un partido plácido para los culés. El domingo a las cuatro y media de la tarde vuelve un derbi histórico con una rivalidad única.

La milonga de oro

Vergonzoso. De niños de patio de colegio. La decisión del Real Madrid de ausentarse de la gala del Balón de Oro porque Vinicius no fue el ganador deja en muy mal lugar al club blanco y a Florentino Pérez.

Se piensan que son el ombligo del mundo, se creen que no puede haber vida más allá de su escudo, se inventaron que Vinicius iba a ganar y, sin ninguna versión oficial, ahora nos quieren hacer creer una historia inventada para justificar esta rabieta. Entiendo que les duela, pero no les hace ningún bien esta actitud. Después dirán que la gente les tiene manía, que las instituciones meten mano en todas partes y que el mundo va en su contra.

Mentira. Si así fuera, no los hubieran escogido mejor equipo del mundo, ni Ancelotti hubiera recibido el premio a mejor entrenador. El lunes fue un día histórico por el fútbol español con Lamine, Aitana, Jenni, el Barça, el Madrid y, evidentemente, Rodri, que estuvo muy elegante en su discurso.

Desgraciadamente el club blanco lo dejó todo en un segundo plano por su mal comportamiento. El Madrid volvió a cagarla y a dejar constancia de que aquello del "señorío" y lo de que "cuando pierde da la mano" que dice su himno es una auténtica milonga.

El Bernabéu, nuestro jardín

Qué noche tan mágica, como en los viejos tiempos. El nuevo Barça de Flick firmaba una brillante victoria contra el Madrid con un resultado a la altura de las sensaciones. Este equipo es ambicioso y valiente y lo ha demostrado en cualquier escenario y contra todo tipo de rival. Hacía tiempo que no disfrutábamos así de un clásico.

El atrevimiento defensivo del Barça desesperó a un Real Madrid inoperante y sin ideas. La efectividad azulgrana condenó el desorden defensivo blanco. Flick le ganó claramente la partida a Ancelotti en todos los sentidos y los niños de la Masía no tuvieron piedad del álbum de cromos de Florentino.

Esto es muy largo y todavía queda mucho, pero este Barça pinta muy bien. Todavía hay cosas a mejorar, pero el equipo tiene hambre de títulos y, sobre todo, tiene actitud ganadora.

La sensación es que el Barça nos puede hacer soñar en grande. La sensación es que la goleada en el clásico es un puñetazo sobre la mesa, un aviso directo a quien dudaba de este Barça. El clásico es nuestro y, el futuro, también. ¡Hemos vuelto!