El Barça es un club cuyo objeto social es ganar títulos y dar un buen servicio a sus socios. Las valoraciones sobre la gestión de sus directivas son muy subjetivas y suelen estar condicionadas por las filias y fobias de un entorno patológico. Pero hay tres parámetros objetivos para hacer una valoración lo más imparcial posible. Y son: los títulos conseguidos (es el principal objetivo del club), resultados económicos (si el club pierde dinero deja de ser sostenible y su futuro se ve comprometido) y satisfacción y atención al socio.



Según estos criterios objetivos, la actual directiva del Barça suspende estrepitosamente. Deportivamente, se ha empezado muy bien la temporada con Flick pero es muy pronto para saber cómo terminará. Si nos atenemos a las temporadas concluidas con Laporta, el club vive su peor momento de los últimos 20 años. En sus 3 años como presidente, 2 se han cerrado sin títulos, es decir, en blanco y con el Madrid ganado ligas y Champions, y en el otro año se conquistó una liga y una Supercopa de España. Es una media de 0,6 títulos por temporada.

En Europa, el equipo ha dejado de ser competitivo, ya que solo se ha superado una eliminatoria en 3 años, se ha caído hasta la décimo cuarta posición en el ranking UEFA cuando en los últimos 20 años siempre estuvo entre los cuatro primeros, y se ha quedado fuera del primer mundial de clubes, que se disputará en junio en EEUU, en el que participarán los 32 mejores equipos del mundo. Y el Barça no estará.



Para hacernos una idea de donde venimos, del 2010 al 2020, con Rosell y Bartomeu, se ganaron 22 títulos en 10 años, a una media de 2,2 títulos por temporada. Laporta despidió a Leo Messi por la puerta de atrás cuando el argentino seguía siendo el mejor jugador del mundo ya que fuera del Barça ganó el Mundial con Argentina, fue galardonado con otro balón de oro y acaba de levantar su título 46 con el Inter de Miami. Eso provocó una herida al patrimonio sentimental que todavía supura en el corazón de los socios.

El actual presidente del Barça dijo en campaña electoral que Messi no era el problema económico sino la solución porque generaba el doble de lo que cobraba. Luego, como presidente, cambió y aseguró que no hipotecaría el club por nadie, pero acto seguido lo hipotecó para traer a 27 fichajes gastándose 300 millones de euros, la mayoría representados por Jorge Mendes y Pini Zahavi, sus dos representantes de confianza con los que hace negocios habitualmente.

Estos numerosos fichajes han sido incapaces de devolver al Barça a la primera línea deportiva, sobre todo en Europa. Económicamente, el club está peor que como lo dejó el COVID y Bartomeu. Laporta acaba de cerrar su cuarto ejercicio económico, el de la temporada 23/24 con 91 millones de pérdidas. Teniendo en cuenta que el presupuesto elaborado por la directiva para este ejercicio preveía unos beneficios de 11 millones, la desviación presupuestaria final ha sido “solo” de 102 millones. ¿Se imaginan qué le pasaría a un CEO de una compañía que presenta a sus accionistas este enorme desvío?. Es la consecuencia de la chapuza de Barça Media. Los auditores han obligado a provisionar 140 millones por los ingresos no obtenidos y la abortada salida a bolsa de una compañía que solo factura 473.000 euros.

El proyecto no solo no seduce a nuevos inversores sino que los que están se salen. Laporta reconoció que Aramark, la empresa que vende frankfurts, puso 25 millones en el proyecto, muy probablemente a cambio de que le adjudicasen el negocio de hostelería del nuevo Camp Nou para los próximos años, pero la liga solo le ha contabilizado 15 millones porque los otros 10 han ido a parar al bolsillo de Jaume Roures para recomprarle su parte, según informó Culemanía . O sea que, Roures firmó que pondría 100 millones, pagó inicialmente 10 y al final ha acabado poniendo cero. Y si de algo entiende es de derechos digitales y Audivisuales.

Estos 91 millones de pérdidas con los que se ha cerrado el ejercicio 23/24 suponen que el Barça tendrá todavía más problemas para inscribir a jugadores y se aleja de alcanzar la anhelada regla del 1.1. Es inaceptable que 3 años después el club esté peor, deportiva y económicamente con patrimonio neto y fondo de maniobra negativos, por lo que si fuera otra empresa estaría en riesgo de disolución. Y eso después de haber quemado 800 millones de activos futuros en las dichosas palancas. Ni equipo para ganar la Champions ni mejora de la situación económica.

El presupuesto elaborado para el próximo año preve unos mínimos beneficios de 5 millones, contemplando que se generaran unos 55 millones de ingresos en plusvalías en traspasos. Eso significa que han transformado el Barça en un club vendedor que deberá desprenderse de alguno de sus mejores jugadores o canteranos más apetecibles para el mercado para cuadrar números. Pero es que es muy probable que es presupuesto tampoco se cumpla, como ha sucedido esta temporada, si como parece se siguen produciendo los impagos en los próximos plazos de Barça Studios.

La suma de los 4 ejercicios cerrados por Laporta (TEMP 20/21: -481M TEMP 21/22: +92M, TEMP 22/23: +304M, TEMP 23/24: -91M) arrojan un resultado negativo total de 176 millones de pérdidas. Por lo que Laporta no dimitirá al final de esta temporada para adelantar las elecciones como se ha rumoreado, porque se arriesga a que los socios le interpongan una nueva demanda de acción de responsabilidad como le pasó en su primera etapa. Socialmente, el Barça vive una de las peores crisis de su historia. Laporta no para de maltratar a los socios, pisotear sus derechos y privilegiar al turista. Oculta el número de socios que se han dado de baja al no informar de cuántos forman el censo actual tras la última actualización.

Es imposible sospechar que la gestión de Laporta está llena de irregularidades cuando sus altos ejecutivos no paran de dimitirle y él se esconde tras una pantalla para no tener que dar explicaciones al socio cara a cara, que es el verdadero propietario del club, en la próxima asamblea. Algún día se sabrá el por qué goza de esta inmunidad mediática y política.

La oposición a Laporta debe pasar a la acción antes de que el club caiga en manos de los acreedores y sea demasiado tarde.