Es evidente que el riesgo era más alto que la fiabilidad viendo el once inicial que planteó el técnico alemán ante el Osasuna, un equipo luchador e imbatible, hasta la fecha, en su propio campo esta temporada. Pero, sin saber el resultado, Flick dio destellos de otro atributo que va sumando a su personalidad: tener coraje y autoestima, tenir pebrots... Para decirlo finamente en catalán. Valores que, desde el Barcelona, se habían ido perdiendo y consumiendo y este ha sabido rescatarlos y ponerlos como un atributo que va más allá de su perfil.
En ningún caso Flick lloró, ni antes ni después de la derrota, por las lesiones o el calendario o el césped o la hora en la que se juega. Asume el rol de líder, deja de lado las excusas baratas y tira con su proyecto propio. Y gracias a esto, dar la cara a las buenas y a las malas, un resultado negativo se le puede girar, incluso así, a su favor. ¿Alguien ha escuchado alguna mísera crítica? La confianza es absoluta y la motivación también. Flick pensó que si tocaba perder, sábado era mejor que martes. Y así ha sido.
El proyecto no está muerto, ahora empieza a enfilarse y debemos estar atentos a cómo el técnico habla en las ruedas de prensa, pero también dentro del campo. Dejando al banquillo a Ferran Torres, lo hubiera hundido todavía más en la miseria. Y para dejar retratado al pobre Ansu Fati, mejor que espere a ver si maquilla sus problemas físicos y de mentalidad que arrastra. La gestión del grupo está siendo valiente y, lo más importante, tiene una idea de lo que quiere y persigue.
El Barcelona actual no improvisa, salvo con las lesiones. Se trabaja en mentalidad colectiva y se analizan todos los partidos creando un efecto dominó del uno con el otro: partido a partido, pero con una radiografía perfecta de cuándo viene uno y cuándo viene otro.
El esquema y la actitud ya los tenemos. Ahora, pasamos a un segundo estadio: la situación del equipo. Bajas tiene todo el mundo, pero el equilibrio entre jóvenes y veteranos debería ser más compensado. Falta otro Dani Olmo, alguna referencia más con la que guiar al talento único de la Masia. Quién sabe si, el once contra el Osasuna, también fue un mensaje para el director deportivo culé