El barcelonismo tiende a pasar de un extremo al otro. No hay término medio. Ni el Barça de Flick era tan bueno tras ganar los cinco primeros partidos de Liga ni ahora es tan malo después de debutar con derrota en la Champions, que con el nuevo formato, permite más margen a los tropiezos. Lo que no ha cambiado en función de los resultados es el diagnóstico de que la plantilla es corta, porque si quieres codearte con el Real Madrid y el Atlético en la Liga y con los grandes de Europa no la puedes rellenar con jugadores de la cantera precipitando, masivamente, su ascenso al primer equipo acelerando y sus procesos de formación. Corres el riesgo de quemarlos. Marc Bernal tenía muy buena pinta, pero no deja de ser un juvenil y sin testar en los partidos más exigentes. Cargarle con la responsabilidad de todo un Barça era demasiado arriesgado. Los médicos dicen que poner a un niño de 17 años, que todavía está en crecimiento, que no tiene la masa muscular, los ligamentos y los tendones completamente fortalecidos a competir al más alto nivel no es lo más aconsejable.
El banquillo culé en el partido de Champions en Mónaco se parecía más al del juvenil que compite en la Youth League. No hay que olvidar que el equipo está mermado por las ausencias de Olmo, Gavi, De Jong y Fermín, pero todos los equipos tienen 4 o 5 lesionados. Las ausencias de Araujo y Christensen ya se sabían de larga duración. Aún así la plantilla tiene importantes carencias debido a una mala planificación deportiva y económica. Laporta ha tenido todo un año para encontrar soluciones a los 60 millones de bloqueo impuesto por la liga en las inscripciones por culpa de la chapucera palanca de Barça Studios y, como siempre, ha estado improvisando, esperando un milagro a última hora, que esta vez no se ha producido. Se trataba de reforzar la plantilla de la temporada pasada, no de debilitarla con decisiones tan incomprensibles como, por ejemplo, ceder al lateral izquierdo de más nivel que brilló en Segunda, Alex Valle, al Celtic de Glasgow y quedarse a Gerard Martín, que hasta hace poco jugaba en 1a REF con el Cornellà.
En el modelo de juego del Barça la posición de 6 es fundamental, la piedra filosofal. Es incomprensible que en 2 años no se haya fichado a un sustituto de Busquets. Xavi pidió a Zubimendi y le trajeron a Vitor Roque. Y este año Laporta dijo en junio que la dirección deportiva recomendó reforzar esa posición y la del extremo izquierdo y, en cambio, ha llegado Olmo y ha salido Gundogan. Buscarle un sustituto a Lewandowski para darle descanso también era una obligación. El hecho de que Flick haya contado con 12 jugadores diferentes en las alineaciones titulares en 4 semanas evidencia que él mismo es el primero en darse cuenta de que hay excesiva diferencia entre los teóricos titulares y sus recambios. Por eso juegan los mismos. Teniendo que jugar un partido exigente cada 3 días, eso es una imprudencia y, además, no se fomenta la competencia entre ellos.
Ter Stegen, por ejemplo, sabe que, esté bien o mal, jugará siempre. Y lo mismo pasa con los laterales Koundé y Balde o los delanteros Raphinha o Lewandowski. En la plantilla siguen faltando centrocampistas físicos y también se echa de menos un líder que sea la prolongación del técnico en el campo. Flick ha empezado con muy buen pie, pero la temporada es una maratón y hay que dosificar bien los esfuerzos para llegar fresco al momento decisivo de la temporada. Y para ello necesita el fondo de armario que no parece tener. Veremos si con tantos partidos mantendrá el alto ritmo físico en los entrenamientos que ha impuesto en este inicio de temporada. Para el desplazamiento a Villarreal de mañana ya ha cambiado los hábitos y ya no concentra al equipo, que viajará el mismo domingo. Quizás el alemán ya está arrepentido de haber elogiado la confección de la plantilla a principio de temporada y haber aceptado en verano que no llegaran más fichajes. Quizás ya haya pedido algún refuerzo para el próximo mercado de invierno.