Desde el primer día que Hansi Flick se puso al frente del equipo se ha creado un relato, no sabemos si propiciado desde el club o no, en el que para elogiar las virtudes del técnico alemán se menosprecian y socavan las del anterior entrenador, poniendo especialmente incidencia en la preparación física y la intensidad de los entrenamientos. Esta sensación de menoscabo se ha ido inoculando en todos los estamentos del club, incluso en el propio vestuario, donde algunos jugadores han subrayado las notables diferencias en el método de trabajo entre Flick y Xavi, dejando muy mal parado a este último.
No es mi intención hacer aquí de abogado del diablo de Xavi. De hecho, en su último año en el banquillo blaugrana cometió un sinfín de errores, algunos de bulto, como su anuncio en enero de dimisión en diferido, que intentó reconducir sin éxito cuatro meses después, otros propiciados por el desconcierto en la planificación deportiva, lastrado por los problemas económicos en el Fair Play, y otros tantos por su obsesión, casi enfermiza, de controlar el entorno, hasta el punto de contratar un asesor de comunicación, con resultados más bien infructuosos.
Pero si bien todo esto es cierto y resume una temporada aciaga de Xavi al frente del equipo, tampoco es de recibo ahora señalarlo como un entrenador débil, poco exigente y sin autoridad, que además se rodeó de un staff mediocre e inexperto. Decir esto es tan simplista como injusto.
Vamos a ahondar en uno de los aspectos que más se le ha criticado a Xavi en estos últimos meses en comparación con Hansi Flick. Evidentemente estamos hablando de la preparación física. Desde la llegada del técnico alemán parece que se ha encontrado la piedra filosofal, que todo lo que se había hecho hasta ahora era una patraña y que por fin hay alguien que sabe cómo poner las pilas a los futbolistas. Es cierto que con Flick se entrena más y con más intensidad, pero eso no quiere decir que los entrenamientos con Xavi fueran un cachondeo.
El trabajo de Xavi e Ivan Torres está ahí, apoyado en datos y estadísticas. En su segundo año al frente del equipo, el FC Barcelona fue el equipo que más kilómetros recorrió de LaLiga y el segundo que más velocidad imprimió en sus acciones, sólo superado por el Athletic, gracias a las balas Williams. Estos resultados incontestables, que cualquiera puede consultar en la aplicación mediacoach, ayudaron al equipo a ganar el campeonato, siendo muy superiores al resto de rivales. Unos datos que contradicen totalmente este ensañamiento sobre la falta de trabajo físico en el equipo de Xavi: uno no lidera todas las estadísticas del año si no hay una base consolidada y planificada.
El mantra que se ha instalado en el club y que algunos han empezado a soltar lastre de forma indiscriminada es tan inmerecido como injusto. No hace falta señalar a unos para elogiar a otros. Que Flick está trabajando muy bien el apartado físico es incontestable, que el equipo se entrena más que el año pasado y se hace más incidencia en aspectos sin balón, también es una realidad, pero decir que Xavi y su staff eran prácticamente unos advenedizos y que sus entrenamientos eran lo más parecido a una jarana, es tan injusto como miserable.
La sensación en el entorno de Xavi es que alguien del club está dirigiendo los hilos para dar pábulo a esta campaña de desprestigio. Se consideran víctimas de un acoso y derribo del todo inmerecido, en el que se pone en duda la profesionalidad de muchos hombres cualificados. La impotencia, en este sentido, es mayúscula, ya que prefieren no responder para evitar que la bola de nieve siga creciendo, pero parece evidente que a alguien le interesa fomentar este mantra hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga. En todo caso, y como casi todo en la vida, el tiempo dará y quitará razones a todos.