Durante la comparecencia del pasado martes, el presidente del Barça aprovechó la falta de fiscalización y análisis del complaciente entorno para sacar pecho cuando, en realidad, la situación de la entidad es mucho peor que cuando llegó. Así lo demuestran los hechos incontestables y los datos objetivos.
Deportivamente, en estos tres años, su gestión ha estado presidida por los desaciertos en los fichajes, los malos resultados y la inestabilidad en el banquillo. Se ha perdido al mejor jugador del mundo cuando Leo Messi estaba en la cima, como lo demuestra que tras su despido ganó un Mundial y un balón de oro. De las tres temporadas de Laporta, dos se han cerrado sin títulos, (Laporta suma ya cinco temporadas en blanco en sus 10 años de presidente) y en la otra se ganó una Liga y una Supercopa.
El rendimiento en Europa ha sido paupérrimo en estas tres temporadas, con dos humillantes eliminaciones en la primera fase, y la otra en cuartos de final, además de dos exclusiones de la Europa League, habiendo superado una sola eliminatoria de Champions en tres temporadas.
El Barça ha caído hasta la 14ª posición del ranking UEFA, cuando en los últimos 20 años siempre estuvo entre los cuatro primeros. Y se ha quedado fuera de la primera edición del Mundial de clubes de 2025 en la que estarán los 32 mejores equipos del mundo.
La inconsistencia del proyecto deportivo se demuestra con los cambios constantes de entrenadores, en concreto siete diferentes en tres años, sumando los del primer equipo (Koeman, Xavi y Flick) y los del filial (Sergi Barjoan, Albert Capellas, Rafa Márquez y Albert Sánchez). Se han hecho 29 fichajes de los que solo ocho siguen en el club, lo que evidencia el desacierto. Estos futbolistas han costado 300 millones de euros.
La apuesta inicial de Laporta no era por la cantera a la que ha tenido que recurrir por necesidad tras ahogar económicamente todavía más a la entidad, sin dinero para seguir gastando en incorporaciones ni margen para inscribir. En cuanto a Deco, tiene guasa que lo elogie tras haber firmado seis incorporaciones la temporada pasada de la que solo una continua: Iñigo Martínez. Y la última gran inversión, Vitor Roque, que ha costado 40 millones de fijo más 30 en variables, haya sido descartada por Xavi y por Flick.
La planificación deportiva de este verano ha sido otro disparate. Laporta dijo a los medios del club en julio que la prioridad era el fichaje de un pivote defensivo y un extremo izquierdo. No ha venido ni uno ni otro. También aseguró que se ficharía con normalidad, llegando a la regla 1.1. Tampoco acertó. Ha admitido que todavía queda un ingreso extraordinario de 60 millones, ni más ni menos. Mintió al asegurar que el fichaje de Dani Olmo fue la prioridad porque se pasó el verano hablando de Nico Williams diciendo que le encantaba y que estaban preparados económicamente para acometer su fichaje y ahora, consumado el fracaso, suelta que no habla de jugadores de otros clubes (jaja). No conseguir el fichaje de un jugador del Athletic club que tenía una cláusula asequible y que su deseo era venir es otro rotundo fracaso de gestión.
Si tres años después, el Barça sigue sin Fair Play económico significa que la entidad no ha mejorado. La era Flick ha empezado de manera muy positiva y ojalá termine exitosamente, pero antes de lanzar las campanas de la euforia convendría recordar que la maratón acaba de empezar y solo estamos en el Kilómetro 3. La plantilla es una de las más cortas que se recuerdan, no hay ni un solo lateral derecho ni un pivote defensivo natural con dorsal del primer equipo.
Socialmente, el Barça está peor que nunca. No se ha dado a conocer el número de abonados a Montjuic pero se cifra en unos 23.000 de los 83.000 que había en el Camp Nou. Hasta el Espanyol tiene más abonados (26.000) a su Estadio. La directiva tampoco ha informado del número actual de socios tras la actualización del censo, por lo que es muy probable que se hayan perdido muchos. Han despedazado la agencia de viajes del club y la Confederación Mundial de peñas. Y económicamente, el club está mucho peor.
Se ha vivido de la venta de patrimonio de los próximos 25 años, se han quemado ingresos futuros y las palancas han resultado fallidas. La de Barça Studios amenaza con dejar un enorme boquete. El club se anotó unos 400 millones la temporada pasada, 200 por los ingresos de la venta del 49% del negocio audiovisual y digital, de los que solo se han ingresado 55 y 60 están vencidos pero impagados, además de la cancelación de su salida a bolsa.
El presidente admitió que de los 25 millones que ha pagado Aramark, la empresa de catering a la que no le interesaría nada los NFT y el metaverso del club si no fuera porque le han adjudicado el servicio de hostelería del Camp Nou para los próximos 25 años, 10 millones han ido a parar al bolsillo de otro socio que ha querido desinvertir y marcharse de este engendro, llamado Barça Studios o Barça Vision.
Los otros 200 millones anotados la temporada pasada fueron por la equivalencia de “si he vendido el 49% de algo por 200 millones significa que mi 51% vale otros 200 millones”. Pero si hay 60 millones impagados tienes que deteriorar y provisionar 120 millones a pérdidas, 60 por los no cobrados y 60 de menor valor que le habías dado a la empresa.
La gestión de la renovación del contrato de Nike ha sido una chapuza superior a la de Nico Williams. Primero, Laporta mal habló públicamente de Nike, a pesar de ser el principal sponsor del club, después la amenazó con romper el contrato y autofabricarse sus propias camisetas (jeje), demandó a la firma americana para rescindir el contrato y tener una posición negociadora más fuerte, pero el juez dio la razón a Nike. Otra derrota estratégica.
Pese a ello, Laporta ha tenido la temeridad de pasarse tres meses filtrando a la prensa que la próxima semana firmaba el nuevo contrato, para acabar arrodillado e implorando a la compañía de Oregón para que les salvara el culo en agosto y pudieran fichar. Pero los de Nike no son tontos. Saben que detrás del presiente fanfarrón que suelta que “firmaremos el mejor contrato del mundo del fútbol” sin tenerlo firmado hay una persona con una posición negociadora muy debilitada, con una acuciante necesidad, que está llevando la entidad al colapso económico. Por algún motivo le han dimitido 25 altos directivos y ejecutivos del club que no quieren trabajar con esta improvisación. Eso si, como actor de monólogos, Laporta se merecería ya un Oscar.