Quienes hemos seguido a Joan Laporta desde su aparición disfrazado de Elefant blau con aquella directiva de jóvenes yuppies que llegaban al Barça para vivir los mejores años de su vida podíamos intuir qué Joan Laporta veríamos en su última conferencia de prensa. Iba a sacar pecho. Las cuatro victorias del equipo en el comienzo de la Liga han sido una inyección de optimismo, ideal para soñar y crear un mundo lleno de fantasía especialmente en los socios incondicionales. Según el presidente todo lo que está viviendo el Barça en este momento besa lo sublime, y seguramente no habría opositor que se atreviera a discutir una coma de sus palabras sí solo estuvieran dirigidas a los resultados obtenidos por el equipo. Impecable está siendo el trabajo de Hansi Flick y elogiable la actuación de los chicos de la cantera y del nuevo Rapinha. Los resultados del primer equipo de fútbol son hechos reales, no son promesas ni palabras bonitas. 4 victorias en 4 partidos. Líder en la Liga. Equipo más goleador y con cuatro puntos de ventaja sobre el segundo clasificado.
Pero el presidente ya ha demostrado en varias ocasiones que sus promesas son disparos al aire, que no ha podido cumplirlas por lo que sea, pero ha quedado mal ante sus votantes y la afición culé en general. Hoy dice que firmará con Nike el mejor contrato del mundo del fútbol cuando el pasado mes de marzo se mostraba partidario de romper con esta firma. O cuando aseguró que el club iba a fichar a Niko Williams, o que los Joaos se quedarían en el club, o los besos y abrazos que se daba con Xavi Hernández para luego acabar despidiéndolo de mala forma y después de renovarlo unos días antes. Y ya no hablemos de su gran promesa presidencial, en la que aseguraba la continuidad de Leo Messi.
El equipo funciona, sí. Y lo demuestra. Ahora le toca a Joan Laporta demostrar que su gestión va por el camino correcto, por una vía transparente y no oscura. En resumen, que no miente. Al presidente solo le faltó repetir aquello que hace 16 años pronunció en una asamblea de peñistas: “Al loro, que no estamos tan mal, hombre”.
Laporta ya es consciente de la existencia de Som un clam, un grupo de socios que precisamente no creen en su mensaje y este martes han celebrado su segunda reunión, esta vez en Lleida, preocupados por lo que consideran una grave situación económica y social que atraviesa el club.