Jan Laporta optó por segunda vez a presidir el Barça y ganó las elecciones a Víctor Font y Toni Freixas porque una gran parte del barcelonismo creyó en él. Su primera promesa, la de mantener a Messi, la incumplió, pero dio igual. Los más de 30.000 socios que respaldaron su candidatura depositaron su confianza imaginando que después del éxito que tuvo en la primera etapa era el más indicado para recuperar el club. No tenía porqué erigirse en salvador, pero lo hizo. Él seguramente dirá que por su amor al Barça. Me atrevo a decir que también aceptó el reto porque su ego le pudo, porque estaba convencido de que volvería a sentirse amado, y porque además su incursión en la política resultó fugaz.

Han pasado tres años y el descontento abunda en la masa social del Barça. Hay quien no quiere hablar más de fútbol. Hay quien piensa que lo mejor sería empezar de cero, con caras nuevas en la directiva, con las ideas claras, que ofrezcan otra imagen, ejecutivos de alto nivel, directivos que estén lejos de la desconfianza.

En este Barça están pasando cosas que no pasaban. No quiero meter el dedo en la llaga sobre esos jugadores para los que hoy el Barça no es tan importante, esos futbolistas que nunca podrán sentir los colores porque solo duran una temporada. O entrenadores de casa, como Xavi, que un día parecía ser el deseado por el presidente y al otro día resulta despedido.

Lo realmente triste es que de la junta hayan salido directivos sin explicar las razones verdaderas de sus dimisiones. Algunos han marchado incluso declarando que el club estaba prácticamente saneado, con la misma cara con la que el presidente dice que hay dinero para fichar.

Recuerdo que a Josep Maria Bartomeu unos seis directivos presentaron en bloque su dimisión de la junta y entregaron una carta ante notario explicando sus motivos y luego enviaron otra de despedida a la afición. En la actual junta, todos los que se han marchado, han callado. Directivos, ejecutivos y directores deportivos han abandonado el barco sin una palabra convincente. Por no causar más daño al Barça, porque hay mejor vida fuera de esta presidencia o quién sabe el porqué.