Habíamos quedado que el Barça no podía seguir más tiempo sin un director de juego, sin un Busquets, para entendernos. Habíamos quedado que el equipo andaba cojo y sin rumbo sin un coordinador que pusiera orden, ritmo y cadencia a los esfuerzos del colectivo.
Ahora, a quince días o menos del cierre del mercado, ese jugador no ha aparecido ni por error, cuando el nivel de exigencia de ese fichaje es muy alto. Primero se habló de Zubimendi (25 años y 1,81 de altura), pero quedó eliminado por demasiado caro. Luego, se puso el foco en el belga Amadou Onana (23 años y 1,95 de altura), del Everton, ahora ya en el Aston Villa que entre Unai Emery y Monchi han devuelto a la Champions. Poco a poco, sin embargo, se apagó todo interés por algo que parecía tan imprescindible y no será porque a Bernal, de 17 años, alguien le vea capaz de cubrir con éxito dicho puesto.
En ese desinterés por un 4 con garantías, influyó, sin duda, la deslumbrante prestación de Nico Williams en la Eurocopa, que se convirtió de sopetón en la diana de los fichajes. Y todavía, dicen, hay remotas posibilidades de pescarle.
Al final, ni director de juego ni un extremo como Nico. Se han gastado más de 50 millones (con lo que la inversión en tres años de Laporta sobrepasa los 350) en recuperar un centrocampista, Dani Olmo, cuya calidad está fuera de toda duda, pero que ocupará un puesto que en la pasada temporada ocuparon Gavi y Fermín, y también Pedri, ocasionalmente.
No sé qué criterios tiene Deco para fichar, ni si lo que nos cuentan son entelequias o delirios de grandeza, porque el auténtico problema está en inscribir no ya a los recién incorporados, sino a los que disponen de ficha del primer equipo. Recordemos que hace un año entre Laporta y el tesorero Olivé tuvieron que avalar 6 millones para poder inscribir Koundé y otro jugador, cuyo nombre se me escapa ahora mismo.
Mientras han volado más de 50 millones en comprar un cromo repetido, sigue sin llenarse tanto el agujero negro que el equipo tiene en el centro del campo, como la crisis del fair play financiero que subsiste por tercer año consecutivo. Dicen que una compañía de restauración llamada Aramark lo solucionará adelantando 40 millones, con lo que en lugar de vender patrimonio se gastarán ahora más ingresos del futuro. O sea, hambre para mañana.