Cada verano vemos como los equipos anuncian salidas y llegadas de jugadores, por unos motivos o por otros, y como cada generación se ilusiona con algunos jugadores o despide con honores a los que abandonan el club, así es la vida.
El tiempo pasa inexorable para todos, pero la esencia de un club como el FC Barcelona debe permanecer inmutable a lo largo de la historia, con elementos inquebrantables como son la Masia, el estilo de juego o la defensa de los valores que definen la identidad del club.
En los últimos tres años hemos visto como el Barça despedía a estandartes del club como Leo Messi, Ronald Koeman y Xavi Hernández, unas salidas donde podemos coincidir en que la directiva no ha estado a la altura de unos jugadores que han significado muchísimo para la historia blaugrana.
Todavía duele recordar la salida de Leo Messi, mejor jugador de todos los tiempos que se marchó por la puerta de atrás cuando venía a renovar su contrato (con una rebaja del 50% de su ficha), situación que el club quiere compensar con un partido de homenaje en el nuevo Camp Nou para que la afición pueda despedirse del que fue su estandarte durante tantas temporadas.
Con Koeman y Xavi la gestión no fue mejor, al holandés, héroe de Wembley 1992, la junta directiva le tuvo “a la espera” esta decidir que se quedaba como técnico, para después ser despedido en el avión cuatro meses después, mientras que con Xavi, posiblemente el mejor mediocentro de todos los tiempos, último capitán que levantó una Champions, se vivió un auténtico esperpento con la famosa noche del sushi. Un sinfín de “ahora me voy” “ahora se queda” impropio de un club tan importante y que terminó con un anuncio conjunto entre presidente y técnico para anunciar con lágrimas que Xavi seguía al frente del banquillo, para terminar despidiéndole tres semanas después, dejándole dirigir un último partido en Sevilla que dolió a la mayor parte de la afición.
Despedir a una leyenda del club es muy difícil y cada salida es diferente, pero Messi, Koeman y Xavi no se merecían unas despedidas tan tristes como las que han vivido en un lapso de tiempo tan corto, mismo tiempo en el que el Barça sí supo decir adiós a Sergio Busquets y Jordi Alba con los honores que merecían antes de partir a Estados Unidos. Unas despedidas más a la altura que la que vivió Gerard Piqué, posiblemente por el poco tiempo que se tuvo en su adiós.
Lejos quedan las despedidas de Andrés Iniesta, Xavi como jugador, Carles Puyol o incluso Javier Mascherano, donde parecía que el Barça había aprendido como rendir un merecido homenaje a sus leyendas y recordar que en parte, el fútbol y el Barça siguen siendo un sentimiento y que la afición también quiere decir adiós y gracias a jugadores que lo han dado todo por su club prácticamente toda su vida.
El Barça tiene el deber moral de trabajar en algo que a veces puede ser tan simple como saber decir adiós a jugadores que han sido leyendas o trabajadores incansables del club, más si vienen de la Masia, pues el “Més que un club” también aplica a los valores de saber despedir con elegancia y honor a uno de los tuyos, algo que muchas veces es muy difícil.
Posiblemente no será una leyenda del club pero Sergi Roberto tampoco merecía una salida tan triste como la que ha sido su final en el club de su vida. El último capitán blaugrana tenía encarrilada su renovación y sin saber qué habrá pasado, el de Reus pone fin a su etapa como culer sin ni siquiera poderse despedir de su afición, con un bonito vídeos en sus redes sociales pero sin que se explique por parte de los responsables del club, por qué no continua, con un acto de homenaje en el Auditori 1899, donde el ya excapitán ha podido despedirse de su club y su afición, acompañado de jugadores, exfutbolistas, técnicos y directivos.
El Trofeo Joan Gamper hubiera sido una ocasión perfecta para despedir al que fuera capitán, tras las pertinentes explicaciones de la dirección deportiva y del jugador del por qué se había tomado esta decisión, aunque como mínimo el de Reus ha podido despedirse desde el Camp Nou del club de su vida, con lágrimas en los ojos y en un acto bonito, que parecía que no se iba a realizar hace unos días.
Pese a todo lo que se ha podido decir de Sergi Roberto, la realidad es que el de Reus ha sido un jugador muy disciplinado, obediente, trabajador y muy discreto dentro del vestuario, que ha lo ha dado todo por el club de su vida recibiendo más críticas que elogios, pese a que nunca se recuerda que prácticamente siempre ha jugado en una posición que no era la suya y lo ha hecho siempre sin quejarse y con actuaciones que superaban el aprobado.
Duele ver que un culer de cuna que lleva en el club toda su vida abandonar el Barça de la forma en la que lo ha hecho, viendo cómo se adjudicaba su dorsal sin mediar palabra y donde todos, repito, todos, hemos sido más o menos injustos con él. Sergi Roberto siempre ha estado allí para jugar de lateral derecho, de pivote defensivo, de mediocentro, ejerciendo de capitán y dando la cara, muchas veces aguantando críticas feroces sin quejarse porque ponía el Barça por delante de él mismo.
El tiempo pasará y la imagen de Sergi Roberto merece estar en el sitio que le corresponde, pues no será una leyenda del club pero sí un capitán trabajador al servicio del Barça, y de quién recordaremos muchos buenos momentos, como la arrancada en el Bernabéu para que Messi consiguiera el famoso 2-3 o el ya mítico gol contra el PSG del 6-1.
Gracias por todo Sergi, que tengas mucha suerte.