"Oye presi, ¿lo de los socios sería como en el Barça?".

La pregunta la plantea uno de los jugadores del Racing de París después que el presidente haya explicado en el vestuario la grave situación por la que atraviesa el club tras ser eliminado en la fase preliminar de la Champions y porque él ha invertido más en la construcción de un nuevo campo que en el mismo equipo. Les dice que hay otra solución pero que entonces todos tienen que estar de acuerdo. Pretende que socios, personal del club y los propios jugadores formen una cooperativa. Está convencido de que es la única forma de salvar a la entidad.

“Exactamente igual”, responde el actor Benjamin Biolay, que hace el papel de François Marens, presidente y dueño del club. 

“¿Alguno diría que el Barça es un club de mierda o que no vale nada? Todos sueñan con el Barça. Es una referencia mundial”, concluye.

No puedo negar que sentí una gran satisfacción cuando escuché estas palabras en el cuarto capítulo de la serie La fiebre que está emitiendo Movistar desde el pasado julio. La serie es de este año. Está catalogada dentro del género dramático y aprovecha el mundo del fútbol para desnudar el racismo en el deporte y la maldad que existe en las redes sociales, la falta de escrúpulos y el mundo lleno de ambiciones al coste que sea en el que vivimos.

Indudablemente el Barça no es una mierda y sí, en cambio, una referencia en el fútbol mundial. Y el reto de sus actuales directivos y de los que vengan en el futuro es cuidar que este club continué siendo un club cautivador de aficionados y, por supuesto, que la única forma de lograr eso es con éxitos, y con una buena dirección. Hay que cuidar que la entidad se convierta en un club de rumores, de anuncios de fichajes que no llegan nunca, una entidad de poca transparencia, frágil en su economía y expuesto a las risas de los enemigos.

Este es un club que por suerte o porque en determinada etapa el trabajo canterano se ha hecho más que bien hoy puede vanagloriarse de tener unos jugadores con un futuro más que prometedor. La misma suerte que se encontró con Tito Vilanova y Pep Guardiola, con Messi, Iniesta, Piqué, Busquets y tantos otros. Se trata de cuidar hoy a los Lamine Yamal, a Fermín, Cubarsí y todos los que hay en La Masía. Llenar de fichajes mediocres el vestuario no será bueno. Solo se necesita un fuera de serie. Como cuando se encontró a Ronaldinho, por ejemplo.