En la década de los 80 apareció un grupo británico que bajo el curioso nombre, Frankie goes to Hollywwod, revolucionó el panorama musical con su estilo desenfadado y provocativo, con una canción subida de tono como gran reclamo, Relax. Durante casi veinte años, la banda liderada por Holly Johnson y Paul Rutherford supo moverse entre las aguas movedizas de las discográficas, gracias a su capacidad camaleónica. La balada Power of Love sigue siendo para muchos su mejor canción. El grupo de Liverpool acabó separándose por culpa de egos y diferencias irreconciliables entre sus miembros, como es habitual en estos casos cuando se toca el cielo.
Y si en la música Frankie supo ganarse un sitio en la historia del pop, en el fútbol hay un Frenkie que busca también su huequecito, aunque el destino parece que le tiene preparado otros derroteros. El holandés lleva un annus horribilis por culpa de las lesiones. De las lesiones y otros menesteres, todo hay que decirlo, porque cuando ha jugado tampoco es que haya sido diferencial ni mucho menos.
Y eso que empezó la temporada con el pie derecho, siendo nombrado cuarto capitán por sus compañeros en agosto. El mundo le sonreía: el Manchester United de Ten Haag le había ofrecido una hucha de oro, pero el holandés, y sobre todo su pareja, Mikky Kiemeney, se mostraron reacios a abandonar Barcelona, y más aún estando a punto de estrenar paternidad, Xavi Hernández le había dado la batuta del equipo ante la inoperancia de Oriol Romeu y todo eran elogios hacia De Jong, que junto a Ilkay Gundogan y Pedri se las prometían muy felices.
Pero hete aquí, que el tobillo derecho del jugador decidió que no se iba a unir a la fiesta. Desde el pasado 23 de septiembre, que Frenkie se retiró renqueante de su tobillo ante el Celta, que el centrocampista no ha dado pie con bola. Ni un minuto de felicidad ni respiro, con tres lesiones más en la misma zona, que le han dejado casi 180 días de baja.
Eso sí, la cuenta corriente del jugador seguía aumentando cada mes de manera inexorable, hasta el punto que esta temporada se convertirá en el jugador mejor pagado de la plantilla. Habrá que ver si tiene los arrestos de salir en rueda de prensa para mostrar su enfado por las cifras filtradas de su contrato, como hizo el curso pasado en la previa ante el Nápoles, porque ahora no está precisamente para sacar pecho ni dar lecciones de nada.
Acabó la temporada lesionado, forzó, de manera infructuosa, para jugar la Eurocopa, ante el desencanto de Koeman, que se lo hizo pagar al Barcelona más tarde acusándolo de haber exprimido al futbolista, y empezará el curso también lesionado. Hansi Flick ya sabe que no podrá contar con él para la gira americana, aunque, según cuentan, tampoco es que albergara muchas esperanzas.
Y lo peor de todo es que el club ya se ha hecho a la idea que no hará caja con Frenkie. El holandés, además, está gestionando su futuro de una manera un tanto peculiar, haciendo caso omiso a los cantos de sirena del club para que renueve. Y es que acaba contrato en el 2026, por lo que el próximo verano podría salir a precio de saldo, dejando al club prácticamente en la estacada y con los bolsillos vacíos. Una renovación, a la baja, garantizaría la posibilidad de poder cerrar una operación digna, aunque en ningún caso se alcanzaría los 100 millones que llegó a poner en la mesa el Manchester United el verano pasado.
Habrá que esperar para conocer los planes de Frenkie. En el club siguen con la mosca tras la oreja, desconcertados ante el silencio del jugador y su entorno. Lo que parece claro es que este año De Jong seguirá en el Barcelona. Lo que está por ver es si vistiendo la camiseta de blaugrana o viendo los partidos desde la grada.