El ahora ya exentrenador del Barça B, Rafa Márquez, deja el Barça B para ser el segundo de Javier Aguirre en la selección mexicana. Más allá de cuestiones patrióticas y de servir a tu país hay un tema de números claros: en el Barcelona, su contrato no llegaba al millón de euros netos por temporada y, ahora, pasará a cobrar más de tres por año. Una cifra que hubiera conseguido si, finalmente, Joan Laporta le hubiera dado la confianza para entrenar al primer equipo del club, pero no ha sido así.
Rafa Márquez viene de hacer una excelente temporada, aunque también es verdad que este Barça B combina, más que nunca, el talento de la Masía con fichajes seguros que con madurez y experiencia certifican un buen papel en la competición. Por todo ello, sin quitarle méritos, es evidente que no estamos ante el nuevo Pep Guardiola. Ni mucho menos.
También es cierto que el dinero manda, pero Rafa Márquez se ha sentido un tanto desilusionado en estos últimos meses. Él siempre ha sido un gran valedor del Laportismo: desde las penúltimas elecciones en las que perdió ante un Josep Maria Bartomeu que venía de ganar un triplete hasta las últimas que ganó sobradamente. Por todo ello, Laporta sabe que siempre se ha podido apoyar en él sin problemas, pero Márquez también se ha preguntado por qué él no ha sido el elegido teniendo en cuenta las oportunidades y fracasos que han sumado dos entrenadores con Laporta al frente: Ronald Koeman y Xavi Hernández.
Pese a ello, Rafa tampoco le guarda rencor al proyecto de Joan Laporta porque, en el fondo, también sabe que debe callar muchas cosas y comprende algunas maneras de hacer poco ortodoxas. Y si no, que le digan a él: cara visible de una casa de apuestas en la actualidad. Y jugador poco disciplinado en su momento: cuando jugaba para el Barcelona, cada semana pedía marcharse en un vuelo relámpago a Madrid para ver a Jaydy Michel. Justo entonces empezaban una relación, la modelo se acababa de separar de Alejandro Sanz y quien hacía los esfuerzos para desplazarse era un Rafa Márquez que se cogía las libertades que le daba la gana y no respondía a la disciplina de equipo como sus otros compañeros.