La explosión de Lamine Yamal en la Eurocopa ha recargado la ilusión del barcelonismo, que acabó muy desanimado por la decepcionante temporada y el esperpento de la destitución de Xavi a los 20 días de “renovarlo” a bombo y platillo. Si se vislumbra un futuro alentador es gracias a que, nuevamente, Laporta ha heredado los frutos del buen trabajo de captación y formación realizado en la cantera durante los últimos años, como le pasó en su anterior etapa, en 2003, cuando se encontró a Messi, Iniesta, Xavi, Valdés o Puyol, la base del mejor Barça de la historia. Ojalá se repita.

Los que ilusionan de verdad son Lamine Yamal, Cubarsí, Gavi, Pedri, Balde, Ansu Fati o Araujo, los que ya estaban en el club, y no Vitor Roque, el decimosegundo delantero fichado por Laporta en solo 3 años y que ha costado 40 + 31 millones, que ahora irían genial para fichar a Nico Williams. Pero ya sabemos que la planificación deportiva con Deco brilla por su ausencia.

Seis meses atrás, la prioridad era Zubimendi. Antes de la Eurocopa, el objetivo era Mikel Merino y ahora se ha hecho una oferta ridícula por Dani Olmo. El Leipzig se ha reído cuando ha recibido la propuesta del Barça de pagar 4 plazos de 10 millones cuando la cláusula del futbolista de Terrassa es de 60 millones y expira hoy mismo.

La próxima semana escucharemos por fin al nuevo entrenador, Hansi Flick. Ha tenido tanto tiempo para preparar su discurso que nos encantará. Si alguna habilidad tienen los actuales dirigentes del Barça es construir un relato que suene bien. Luego los hechos son otros, como con Xavi, y los resultados, incontrolables. Hay que dar tiempo y total confianza al nuevo entrenador, aunque --convengamos-- que no representaría el ADN Barça, porque no ha tenido ningún contacto con la metodología instaurada en el club los últimos 30 años, a pesar de que Laporta se presentaba como el garante de las esencias.

Lo que más gusta al presidente del técnico alemán es su representante, Pini Zahavi, de quién es socio de negocios. No se trata de cargarnos a Flick, pero tampoco está justificado que ya se le considere como uno de los mejores entrenadores del mundo cuando hay algunos hechos que llaman la atención. A priori, sorprende que en su última experiencia no superara ni la fase de grupos como seleccionador de Alemania en el Mundial de Qatar, que el Bayern, con el que ganó un triplete cogiendo el equipo a media temporada y solo estuvo una más, haya estado buscando entrenador desde noviembre y no hayan pensado en él, y eso que le conocen bien, y que solo acumule 16 meses de experiencia como primer entrador de club.

Ya que con 54 años todavía era entrenador asistente, primero de Trapattoni, luego de Low y más tarde de Kovac. Seguro que sus matices y su énfasis en la preparación física le pueden venir bien al estilo Barça. Su éxito dependerá de cómo quede confeccionada la plantilla. Parece que solo piensen en fichar jugadores ofensivos cuando lo que verdaderamente se necesita es incorporar un pivote defensivo que supla el vacío que dejó Busquets, con el que se ganó la última Liga.