Anuncia Joan Laporta en Catalunya Ràdio que el club está prácticamente saneado, que ya hay dinero para fichar a Nico Williams y al que haga falta. Y que en el estadio de Montjuïc habrá un cáterin que no encontraremos ni en el mejor restaurante del
mundo (Disfrutar), ni tampoco en Can Bosch de Cambrils. El presidente, on fire. Es la resurrección del Barça como entidad y también como lo que siempre ha sido, un club adinerado, capaz de contratar al number one de los entrenadores (¿Flick lo es? ¿O es el amigo Pep Guardiola?), con la cartera plena para hacerse con el Ronaldinho del momento.
Pero, qué vaina, que dirían en mi Barranquilla. El nuevo técnico ha comenzado a trabajar con la cantera de La Masía, pero sin ningún fichaje estrella, de esos que permiten creer en las palabras del presidente. Pero qué más da. Lo mejor que tiene este club son sus divisiones inferiores. Ahí, hay oro puro. Y hay que explotarlo. Pep lo hizo con la ayuda de Tito y de otros buenos preparadores. Koeman también aprovechó la cosecha, y Xavi, ni se diga. Se atrevió. Y fue campeón de Liga sin Messi. Y arriesgó con el que hoy es la auténtica estrella de la Eurocopa, Lamine Yamal.
El Barça vuelve a crecer, dice el presidente más optimista y vendedor de esperanza que se ha conocido. Puede que no toque con los pies en el suelo y sea más ilusionista que realista. Pero toca creer en él. Los socios barcelonistas es lo que esperan. Están deseando ver cómo se contrata a Nico Williams, o a Phil Foden o Julián Álvarez, o a Rodri, o a Dani Olmo. Lamine Yamal necesita de este tipo de jugadores para seguir creciendo en el Barça.
Pero está claro que por Lamine Yamal vendrán clubes importantes del mundo interesándose por él. Esperemos que el presidente no caiga en la tentación de aceptar las súperofertas que pondrán sobre su mesa. Resultará muy tentador, pero antes del descubrimiento en Europa del chico de Mataró, ya el Barça tenía dinero para comprar lo que quisiera. Palabra de Joan Laporta.