El alemán Hansi Flick parece un muy buen entrenador. El sextete conseguido con el Bayern de Munich le avala. Dicen que le gusta apostar por los jugadores jóvenes y es metódico y exigente. En cambio, viene de fracasar como seleccionador alemán y su trayectoria como primer entrenador es corta, ya que estuvo mucho tiempo como segundo del seleccionador Joaquim Low.
La gran incógnita es saber cómo será su adaptación a otro país, a otro idioma y otra cultura futbolística, ya que nunca ha ejercido fuera del fútbol alemán. El caso es que Laporta siempre dijo que mantendría la cultura futbolística implantada por Johan Cruyff en los 90, el llamado ADN Barça, y traer entrenadores que hayan bebido directamente de esas fuentes, y no es el caso de Flick.
Como es habitual en Laporta, el discurso marketiniano va por un lado y los hechos y las decisiones, por otro. Para empezar, el alemán apuesta por un 4-2-3-1 cuando el dibujo táctico característico del Barça es el 4-3-3. Flick le da mucha importancia a la fuerza y la resistencia física, cuando muchos de los actuales jugadores del Barça, sobre todo los centrocampistas, no son de ese perfil. Dicen que le gusta que los delanteros hagan una intensa presión postpérdida, pero no parece que Lewandoski, con 36 años, o Joao Félix, poco sacrificado sin balón, sean los atacantes idóneos para eso.
En cualquier caso, habrá que darle tiempo y confianza, sabiendo que la planificación de la plantilla estará muy condicionada por la errónea gestión económica de Laporta, con palancas impagadas y siendo el Barça el único club europeo que no ha recuperado su nivel de ingresos prepandémicos. Lo que es llamativo es todo lo que ha rodeado su contratación.
Le han fichado solo 3 semanas después de confirmar a otro entrenador, Xavi, o sea que el alemásn no era la primera opción, lo han escondido, no lo han presentado ante los periodistas para evitar que el presidente diera explicaciones al socio-propietario del club sobre la destitución de Xavi cuando tres semanas antes dijo que su continuidad era clave para el proyecto, ha firmado y se ha vuelto a Alemania hasta mediados de junio. ¿Qué tendrá mejor que hacer que estar en la ciudad deportiva empapándose de todo desde las 8 de la mañana y planificar hasta el último detalle de la temporada?. La clave es otra: ¿El presidente, que hace de entrenador, el director deportivo, que parece un representante, el vicepresidente deportivo que es un corre ve y dile, el cuñado que conspira y el handbolista que enreda dejarán trabajar a Flick?