Sabíamos que el Barça actual era presidencialista. Es decir, en lugar de un plan estratégico diseñado por ejecutivos de primer nivel, se acaba haciendo lo que le interese al presidente en cada momento. Y claro, así, lo que hoy es blanco a los cuatro meses se convierte en negro. Pero lo que desconocíamos es que la opinión de los directivos del Barça tiene menos peso que la de los sindicatos en la época de Franco.
Aunque no se llegó a votar, porque cuando Joan Laporta puede perder una votación la suspende como hizo con aquella asamblea de compromisarios cuando que le iban a votar en contra de la modificación del Espai Barça que suponía doblar el coste, pero si que los directivos se manifestaron mayoritariamente en contra de la continuidad de Xavi en la reunión de la junta.
Sin embargo, a la tarde, Laporta pasó olímpicamente de sus directivos e hizo lo que le recomendó su cuñado, Alejandro Echevarría, íntimo amigo de Xavi y Deco, presente en todas las reuniones cruciales del club, entra y sale de las oficinas y vestuarios cuando quiere y viaja en el avión de los jugadores sin tener ningún cargo. Cualquier Compliance de una organización mínimamente seria no lo permitiría. O sea, que Laporta tiene en cuenta a sus directivos para pagar los gastos de la campaña electoral, para prestar el aval, para avalar la inscripción de jugadores pero pasa de ellos cuando hay que decidir cosas cruciales. Aunque ya no avalen, los directivos deben saber que siguen respondiendo mancomunadamente de los resultados económicos negativos del mandato. Los que le acompañaron hasta 2010 tuvieron que sufrir una demanda de acción de responsabilidad.
Si Xavi ya tenía poca autoridad en las decisiones deportivas --le impusieron fichajes y hasta le cambiaron una lista de convocados--, ahora tras haberse arrodillado para seguir, todavía la tendrá menos. Laporta y Echevarría seguirán decidiendo en función de sus intereses y amistades con los representantes Jorge Mendes y Pini Zahavi, y Deco seguirá poniendo la cara para ejecutar fichajes tan escandalosos como el de Vitor Roque, del que ha sido el gran artífice firmándolo en julio, cuando en enero era el intermediario de la operación junto a André Cury, el representante al que Laporta vuelve a acudir para fichar brasileños sin nivel Barça, como ya hizo con Keirrison y Henrique en 2008. Resulta que Xavi ha visto entrenar al delantero de los 70 millones y ni lo ha hecho jugar ni lo quiere para la próxima temporada. Si es un fiasco como parece, a todos les interesa que salga cuando antes de la escena mediática del Barça mientras Lewandowski cumple años y no tiene sustituto.