Este miércoles se escenificó un extraño vodevil en Barcelona, con varios protagonistas apareciendo y desapareciendo de escena. Un vodevil con cambios de guion constantes, apariciones reveladoras y hasta un final tan sorprendente como impactante. Pero el resultado final de la obra aún está por ver, por mucho que salgan a hablar los protagonistas y a hacer discursos ampulosos, porque aún faltan seis actuaciones más en este largo y tedioso tour, y tal como están las cosas, aun puede haber una última sorpresa que haga añicos todo lo contado anteriormente.
Del sainete vivido este miércoles podemos sacar varias conclusiones: Laporta no cree al cien por cien en Xavi, Deco tiene en mente otro tipo de entrenador y Xavi se ha convertido en la quintaesencia de hombre de club, capaz de tragar sapos y carretas para seguir ejerciendo su puesto. 
Que Laporta no es un defensor a ultranza de Xavi se sabe desde hace tiempo. En concreto desde las últimas elecciones, allá en marzo de 2021, donde el entonces candidato llegó a mofarse de su rival, Víctor Font, por sus continuas referencias a Xavi, piedra angular de su proyecto deportivo.
Que Deco tiene otro perfil de entrenador en mente es más que evidente. Pocos días después de que Xavi anunciara su dimisión en diferido -que ha acabado siendo una 'boutade' gigantesca-, el director deportivo hizo una entrevista a un medio portugués en el que hablaba abiertamente de un cambio de modelo en busca de resultados. Es cierto que luego apareció un desmentido, alegando un error en la transcripción, aunque parece un poco desconcertante esta excusa al no haber traducción por en medio.
Y que Xavi ha pasado una temporada muy complicada, con momentos de una soledad apabullante y sintiéndose la diana por parte de todos, especialmente un entorno que considera "tóxico",  también es fetén. Al técnico egarense todo le ha salido torcido este curso: desde la marcha de Jordi Cruyff y Mateu Alemany este verano, la imposibilidad de fichar a los jugadores pedidos, la llegada de refuerzos que no estaban en la lista por imposición de la zona noble, la intromisión de Laporta en las alineaciones, la desconfianza con Deco, que llegó a desmentir unas declaraciones suyas, el pesimismo general de un entorno cada días más crítico...Todo esto, sumado al temor de ser destituido el día de la derrota ante el Villarreal, le llevó a Xavi a adelantarse y dejar a todo el mundo con el paso cambiado, anunciando su marcha el 1 de julio "por el bien del club".
Lo que está claro es que quedan muchos huecos que rellenar en este vodevil de segunda ¿Se imaginan qué puede pasar si el Barcelona queda por detrás del Girona este curso y se queda sin Supercopa?, ¿si el Real Madrid gana la Champions -la Liga está ya en el saco- y además ficha a Kylian Mbappé?, ¿si finalmente Luis Enrique anuncia su marcha del PSG?...Que nadie descarte aún más capítulos porque el guionista ha dado muestras de ser más peligroso que un mono con una pistola.
Eso sí, Laporta tendrá su paraguas, al menos hasta la inauguración del Camp Nou. Un paraguas que se presenta con muchos agujeros, tal vez demasiados. Y que al primer chaparrón puede venirse abajo, pero al menos es un paraguas conocido y reconocido, que hasta puede dar cobijo, si no hay mucho viento y el temporal es asimilable. Más complicado era parapetarse en Márquez o Flick, o al menos eso piensa el presidente. Al mexicano lo ven con buenas intenciones, pero "verde", y al alemán lo consideran "un melón por abrir", pese a venir avalado por Pini Zahivi.
Le guste o no a Xavi, ahora sí tiene fecha de caducidad:  el 30 de junio del 2025. Y esta es inamovible, salvo milagro mayúsculo en forma de Champions o LaLiga. Y es que al día siguiente, en el banquillo del FC Barcelona se sentará uno de estos tres hombres: Luis Enrique, Jürgen Klopp o Mikel Arteta. Hagan sus apuestas...