El Barça es un club tan ciclotímico como imprevisible, con muchas dudas y menos certezas. Algunas son evidentes. El club es débil por su precaria situación económica y un límite salarial excedido que limita sus movimientos en el mercado. Hoy más que nunca, la entidad está en manos del equipo. De un equipo poco fiable que parece estar herido en su orgullo. El Barça vive al día, obsesionado con enterrar un pasado doloroso y, al mismo tiempo, recordando tiempos mejores. La Champions, una vez más, dictará sentencia.
Europa espera al Barça, cuatro veces campeón de la Champions entre 2006 y 2015. Desde entonces, el equipo azulgrana ha ido de mal en peor, con derrotas humillantes ante la Juventus, la Roma, el Liverpool, el Bayern, el PSG... Xavi conoce mejor que nadie la idiosincria barcelonista y sabe que el pasado pesa mucho. Pero también sabe que tiene ahora la gran oportunidad de ilusionar a la masa social barcelonista.
En menos de una semana, el Barça se enfrentará dos veces al PSG. Primero, en parís. Después, en Montjuïc. Hace dos meses, Laporta, Xavi y los futbolistas estaban atormentados. Ahora, en cambio, sueñan con un desenlace favorable. Son conscientes, no obstante, de que el PSG es un equipo muy poderoso físicamente y cuenta con un futbolista temible: Kylian Mbappé.
El Barça está en el mejor momento de la temporada. Xavi parece haber encontrado el equilibrio ideal. Ya no encaja tantos goles y Lewandowski ha recuperado la pegada. Pau Cubarsí y Lamine Yamal han contagiado su espíritu ganador a un equipo sustentado por la clase de Gundogan y la seguridad de Ter Stegen.
Xavi tiene muy claro su plan. Laporta, no tanto. El presidente se juega mucho en una semana. Igual que el Barça. Una derrota reabrirá viejas heridas, mientras que una victoria permitirá soñar a lo grande. Nunca el Barcelona ha triunfado en un curso tan convulso, pero la historia está para cambiarla.