El pasado jueves 28 de marzo me levanté con la sorpresa desagradable de ver cómo mi nombre se incluía dentro de unas informaciones que apuntaban que Xavi Hernández me había demandado junto a otro periodista. De mi compañero de profesión no me toca a mí explicar si es cierto o no, pero en lo que respecta a mi persona, sí puedo afirmar categóricamente que es totalmente falso que Xavi me haya demandado. De hecho, nada más leer estas informaciones, me puse en contacto con el entrenador para conocer si era cierto. Xavi me desmintió que tuviera nada que ver con esta presunta demanda, como también me corroboró posteriormente su asesor de comunicación, Edu Polo.

Con el objetivo de poner un poco de luz, vamos a exponer de la forma más diáfana posible el porqué se ha llegado hasta aquí. Entre el 20 y el 21 de febrero avancé en Culemanía, y también en El Chiringuito, una serie de vicisitudes que se habían producido esta temporada en el seno del vestuario con la intención de encontrar a un presunto topo. Entre ellas, que una persona de confianza de Xavi había instado a algunos miembros del staff a mostrar sus móviles para encontrar presuntas filtraciones: nunca dije que había sido Xavi el instigador, ni tampoco mencioné nombres. Esta información llegó a manos del departamento de Compliance del club, que encargó una investigación interna para comprobar si se había producido este hecho, ya que se podía considerar un delito. El informe concluyó que no se había constatado ningún delito dentro del vestuario.

A tenor de los resultados del Compliance, me puse en contacto con mi fuente para conocer su versión de los hechos. Esta persona reconoció que no había sido testigo directo del momento, y que se lo habían comentado, no descartando que le hubieran engañado o exagerado los hechos. Con estos elementos sobre la mesa, me veo en la necesidad de rectificar la información de los móviles, al no ajustarse claramente a la realidad y ser inexacta.

Eso no quiere decir en ningún caso que yo mintiera, porque para mentir ha de haber un ánimo y un conocimiento de que lo que se cuenta no es verdad, ni tampoco significa que actúe forzado por la demanda. Lo hago simplemente porque la verdad ha de prevalecer por encima de todo.

Si tuviera la certeza de que la información sobre la inspección de móviles es cierta, iría hasta el final, como hice en su día en la única ocasión que acabé yendo a los tribunales. En aquella vez fue Ronaldinho quien me denunció por una noticia que publiqué en el diario Sport y acabé ganando, al desestimarse los argumentos del brasileño.

Sólo espero que aquellos que han salido rápidamente como buitres a la palestra, para señalar y acusar a compañeros, también rectifiquen y sean más rigurosos a la hora de informar. Ennoblecerían a nuestra profesión, lamentablemente ya de por sí muy cuestionada en los últimos años.