Cuando más a gusto estaba encontrándose el Barça llega un parón en la Liga para celebrar encuentros amistosos de selecciones nacionales. Quienes puedan pensar que estos trece días servirán para dar descanso a los jugadores están equivocados. Desconozco si a Xavi Hernández le gusta el frenazo que ha llegado en este momento de esplendor del equipo, de una racha de buenos resultados que ha provocado un vuelco en la crítica situación vivida por el barcelonismo después de la tercera derrota del Barça en la Liga y en el Lluís Companys ante el Villarreal. Cuando había cogido carrera y solo parecía acelerar, cuando Xavi estaba sacando pecho y podía repetir tantas frases escritas o pronunciadas, cuando la reconstrucción del equipo parecía ir al ritmo deseado, surge un corte en la obra que ojalá no tenga un efecto negativo en el equipo.
Son gajes del oficio, pensarán algunos. Pero este parón sabe mal que aparezca en este momento de efervescencia en el que la defensa ha mostrado solidez, en la que Lewandowski se ha sentido mejor que nunca en su carrera, en la que Gundogan está dando todo que se esperaba de él, en el que los lesionados apenas han sido necesarios y el jardín de La Masía ha florecido a las puertas de la primavera. Y en la que todos son buenos y hasta hay quien reclama que Xavi no cumpla con su palabra de marcharse a final de temporada.
Toda una pena porque el aficionado culé solo desea volver a ver a su equipo continuar sumando triunfos. Esas victorias que tienen un sabor dulce, dan seguridad y esperanza donde antes había muchas dudas y hasta provocaba rabia. Triunfos que logran que los socios pasen por alto, les importe muy poco la marcha de directivos importantes del club como la última que se produjo la semana pasada del responsable de los números económicos de la entidad.