La contundente victoria del Barcelona ante el Getafe en Montjuïc (4-0) tuvo secuelas colaterales tan curiosas como surrealistas. Una de ellas fue la campaña que emergió desde las redes sociales y que recogió algún medio de comunicación respecto a la posibilidad de que Xavi Hernández acabara cambiando de opinión si al final se ganaba algún título y decidiera seguir en el banquillo blaugrana. Un mantra que fue creciendo a medida que avanzaba la semana y que llegó a encabezar las tertulias deportivas más populares y mediáticas
El argumento que se ofrecía es que Joan Laporta tendría argumentos más que suficientes para hacerle ver al técnico egarense su error si abandonaba el club el 30 de junio y que Xavi podría acabar rectificando al valorar que ahora era más una solución que un problema, y que no habría nadie mejor que él para dirigir los designios de la nave blaugrana.
Partiendo de la base que en el mundo del fútbol nadie puede dar por seguro nada y que la certeza absoluta no existe -ni tan siquiera que Kylian Mbappé fiche por el Real Madrid-, plantear un cambio tan radical de decisión por parte de Xavi es conocerlo más bien poco. El egarense es un hombre que se viste por los pies, con criterio y sentido común, y que cuando asume algo es con todas las consecuencias, sin medias tintas. No es un pelele ni un papanatas que cambia de idea según le de el aire. Su palabra va a misa, igual que la de Jürgen Klopp cuando dice que se tomará un año sabático: nadie en Liverpool se plantea que el alemán dará marcha atrás si gana la Premier
Ya lo demostró Xavi como jugador cuando se marchó con el triplete bajo el brazo, tras jugar en Berlín su último partido como blaugrana, levantando la 'orejona'. Ni Josep Maria Bartomeu ni Luis Enrique pudieron cambiar su opinión de que su ciclo en el Barça había acabado y que necesitaba un cambio de aires, en este caso con destino a Qatar.
Ahora se vuelve a apelar a una marcha atrás en su decisión de no seguir la próxima temporada, si el equipo al final acaba ganando algo. Pero no hay vuelta atrás. La decisión está meditada, cocinada a fuego lento y masticada desde hace tiempo. Se irá, pase lo que pase, aunque evidentemente si lo hace por la puerta grande, con más opciones de volver a medio plazo, cuando la situación del club sea un poco mejor y le permita, por poner un ejemplo, traer a los número uno de la lista.
Que Laporta apretará, seguro, que la afición coreará su nombre, también, y que más de un jugador llorará su marcha, impepinable, pero el legado de Xavi en el Barcelona se toma un respiro. No se sabe por cuántos años, pero como el buen vino, volverá mejorado, y si puede ser sin algún grumo que le ha acompañado durante esta última temporada, mejor que mejor.