Frenkie de Jong ha dicho basta, y con razón. El holandés está harto de ver su figura en tela de juicio en las portadas de los diarios, no le gusta que las tertulias radiofónicas y televisivas giren alrededor de su continuidad y no tolera que se mienta sobre sus honorarios, materia sensible para cualquiera, especialmente para el neerlandés.

Si el FC Barcelona fuese un club normal, saneado y bien pilotado por sus diferentes directivas, habría pagado a De Jong el dinero que le tocaba religiosamente: unos 15 millones de euros brutos anuales. Como la entidad iba tan al límite que no podía sobrevivir ni a un resfriado, cuando llegó el coronavirus tuvo que pedirle a cuatro de sus futbolistas que postergaran el sueldo. Ahora los dirigentes presionan a De Jong para que acceda a una venta y puedan ahorrarse una parte de la pasta que se le dejó de abonar en su día.

Esta táctica es tan chapucera como sostenida en el tiempo. Hace dos veranos la dirección deportiva del club cargó las tintas contra el holandés para que aceptara la oferta del Manchester United, un equipo de Europa League al que De Jong no quería ir ni en pintura. Lógicamente ni Mateu Alemany ni Jordi Cruyff se salieron con la suya, pues el neerlandés había renovado un año antes hasta 2026. Además, De Jong ha tenido siempre encima los cantos de sirena del PSG, el Manchester City y el Bayern de Múnich, escuadras que optan a la Champions y que, por lo tanto, son opciones más apetecibles para él si algún día decide abandonar can Barça.

Ahora, dos años después, el club vuelve a la carga, cacareando a diestro y siniestro que De Jong está en venta y que tiene dos opciones: renovar a la baja o traer una oferta de 100 millones de euros. Pero la verdad es que el '21' tiene la sartén por el mango y deja claro que no quiere abandonar la ciudad barcelonesa. “Es el club de mis sueños y quiero seguir aquí por muchos años”, esgrimió en una rueda de prensa en la que pidió comparecer para cantar las cuarenta a la prensa.

Es una vergüenza ver publicado que cobro 40 millones porque gano mucho menos”, lamentó De Jong. El neerlandés sabe que la información sobre su salario sale de las entrañas azulgranas y ataca a la prensa por prestarse al juego. Se puede interpretar el 'palo' a los medios de comunicación como un aviso a la directiva, que no al club, ya que para De Jong “el club” es “el staff, sus compañeros y los trabajadores que están con el equipo en el día a día”. “Los directivos representan al club pero no tengo nada que ver con ellos”, llegó a decir hace unos meses en una televisión holandesa, una muestra más de su desencuentro con los actuales dirigentes del Barça que le empujan a salir.

Hablando del mercado de fichajes, precisamente ayer la Liga presentó los nuevos límites salariales y el del Barça bajó 70 millones más, estableciéndose en 204 millones. La masa salarial actual del club es de 500 millones, más del doble de lo que le permite la patronal. Se trata de unos números dramáticos en los que, de nuevo, se vislumbran pérdidas en el balance y que dejan una cosa clara: el Barça estará sujeto en el próximo mercado de fichajes a la regla del 50%. Lo que básicamente significa que, para incorporar un salario de 10 millones de euros, tendrá que liberar 20.

Del fichaje de De Jong quedan unos 27 millones por amortizar. Si llega al Barça una oferta de 60 millones, el beneficio neto será de 33 kilos. El Barça podrá usar el 20% de esa cantidad: 6 millones. Además, podrá computarse la mitad del salario del neerlandés que es de algo más de 20 millones brutos. En total podrá usar 17 millones para incorporar un recambio y pagarle el sueldo.

¿A qué jugador puede incorporar el Barcelona con semejante migaja? El socio debe hacerse a la idea de que, si se vende a De Jong, no se hace por un tema de criterio deportivo. Si venden a De Jong, el Barcelona empeorará su escuadra. La venta de Frenkie es, en términos Laportianos, una palanca.

El neerlandés lo sabe, pero no quiere que le arrebaten su sueño. Tiene un contrato firmado y, ante los ultimátums del club, puede coger la tercera vía: "virgencita, virgencita, que me quede como estoy". Y el club tendrá que tragar. Porque en el mercado hay pocos jugadores como De Jong y son completamente inaccesibles para una entidad en bancarrota. Nadie podrá sentar al centrocampista holandés porque en la plantilla no hay un centrocampista mejor que él. Por lo tanto, la política del miedo no funcionará. Si el Barça realmente quiere que De Jong renueve en unos parámetros razonables, debe mostrarle cariño, dejar de ponerle en el escaparate y mimarle. Si no puedes comprar su cariño, tendrás que ganártelo y, desde luego, eso no se consigue filtrando salarios falsos.